
José Neri, el cerebro de la trama de corrupción entorno a la SGAE, ha quedado en libertad con cargos. Fuentes oficiales de Instituciones Penitenciarias confirmaron ayer a elEconomista su salida de la cárcel madrileña de Soto del Real, donde ha pasado algo más de un mes.
Neri ha pagado finalmente una fianza de 150.000 euros, la mitad de lo previsto en un principio después de que sus abogados presentaran un recurso, que fue aceptado por el juez Ruz, el magistrado de la Audiencia Nacional que sigue el caso. El exdirigente de la filial digital de la SGAE era el único que permanecía entre rejas tras la marcha de su compañero Rafael Ramos, presidente de Microgénesis. Ramos, en libertad con cargos, pagó el mes pasado la fianza del 150.000 euros que le impuso el juez tras acusarle de apropiación indebida, administración fraudulenta y alzamiento de bienes. De los nueve detenidos tras la operación Saga, entre los que se encontraba Teddy Bautista y parte de la cúpula directiva de la entidad gestora, Jose Neri y Ramos fueron los únicos que pisaron la cárcel.
Fuentes de su entorno aseguran ahora que, lejos de reconocer su culpabilidad, Neri mantiene en todo momento su inocencia y su intención es pedir, de hecho, el reingreso en la SGAE, algo que parece en cualquier caso completamente descartado. La junta directiva de la sociedad acordó ya el pasado 5 de julio "apartar de la dirección de sistemas a Don José Luis Rodríguez Neri sin perjuicio de su derecho a la presunción de inocencia, de tal manera que la investigación se lleve a cabo con la máxima libertad, rigor y disciplina". Fue el mismo día en el que se dejó sin funciones ejecutivas a Teddy Bautista, que posteriormente fue destituido.
La trama
Neri era miembro de la cúpula directiva de la SGAE y director general de la Sociedad Digital de Autores (SDAE), a través de la cuál se articulaba, presuntamente, el desvío de fondos a una red empresarial, con el pleno conocimiento de Teddy Bautista, el máximo ejecutivo de la entidad. Gran parte del dinero iba a parar a Microgénesis, la compañía que el juez Ruz sitúa en la cúspide de la red empresarial "parasitaria" que se utilizaba para desviar fondos de la entidad gestora.
Neri, fundador y presidente de Microgénesis hasta 2003, contrataba casi en exclusividad con su exempresa los trabajos que le encargaba la SGAE. El exdirector de información de la entidad continuó vinculada a la misma hasta marzo de 2005, cuando pasa a manos de su amigo Rafael Ramos, también imputado en el caso, al igual que su mujer y su cuñada. El funcionamiento de la trama era muy sencillo. La SGAE pagaba precios muy superiores al mercado por los servicios de las empresas de Neri, la mayor parte de carácter fantasma y sin ningún tipo de actividad, pero a las que Microgénesis subcontrataba para llevar a cabo trabajos que nunca se llevaban a cabo. Según las cuentas de 2010 de la filial digital, el 85 por ciento de sus ingresos procedían de la entidad gestora y el 100 por cien de los trabajos los realizaba Microgénesis.
Y todo ello recibiendo jugosas subvenciones y créditos a tipo cero por parte del Ministerio de Industria. La filial digital llegó a recibir 4,5 millones de euros en 2007 en concepto de subvenciones y prestamos sin intereses por parte de ministerio que dirige Miguel Sebastián. Estos fondos iban destinados a una serie de proyectos que la tecnológica de la entidad gestora encargaba a la exempresa de Jose Meri. Además de a la SDAE, Industria le dio subvenciones a Microgénesis por 1,78 millones de euros entre 2007 y 2010.