
Tras 18 meses de agotadora carrera contrarreloj, Grecia, atribulada por la magnitud de su recesión y la cacofonía de sus acreedores, se encamina hacia la categoría de países en suspensión parcial de pagos, una situación inédita en la zona euro.
Esta semana, algunos países europeos socios y acreedores de Grecia rompieron el tabú y dejaron filtrar que no se descartaba la opción de una "suspensión parcial de pagos" para este país y su deuda de 350.000 millones de euros (150% del PIB).
A cambio, los acreedores seguirían manteniendo bajo perfusión financiera a Grecia, cuya permanencia en la zona euro podría replantearse.
Oficialmente, Atenas dice que no dejará de pagar parte de su deuda, ya que esta suspensión parcial de pagos generaría un terremoto en la zona euro, y sin duda más allá.
Cultivar el miedo
En una entrevista publicada el domingo por el diario Kathimerini, el primer ministro griego, Giorgos Papandreou, que recibirá este mismo día a la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, afirmó "que Grecia no declarará una suspensión de pagos de su deuda y que las discusiones actuales se encaminan hacia una solución "a largo plazo" de esta crisis.
"En esta etapa, no hay sitio para voces que cultivan el miedo y apuestan por el fracaso" de las negociaciones entre dirigentes europeos, agregó el primer ministro, para quien ha llegado la "hora de que Europa se despierte" y encuentre una solución viable a la crisis de la deuda griega.
Pero las soluciones barajadas para implementar un segundo paquete de ayuda a Grecia, y que implican a los acreedores privados, pueden ser consideradas por las agencias de calificación como un "acontecimiento de crédito", lo cual en su jerga equivale a que un país cae a la categoría de un "default" parcial.
La cumbre extraordinaria de la zona euro del próximo 21 de julio debe aclarar las modalidades del segundo plan internacional de ayuda a Grecia. Algunas soluciones implican precisamente a los acreedores privados, invitados a cambiar sus obligaciones por otras con vencimiento más largo, o a reinvertir el dinero prestado a Atenas en nuevas obligaciones griegas, al cumplirse los vencimientos.
La economía real
"No hay que confundir una evaluación" de una agencia de calificación financiera con "un hecho económico real", se apresuró a precisar el ministro griego de Finanzas Evangelos Venizelos, anticipando una posible calificación del país en la categoría de "default" parcial.
"La palabra +default+ parcial aterroriza, pero no hay razón para ello", afirmó.
Desde hace más de un año, numerosos expertos de los mercados, 'gurús' de Wall Street o de la prensa financiera de la City de Londres, afirman que Grecia no podrá salvarse pese a la ayuda de la zona euro y del FMI, que suspenderá pagos y aprovechará la circunstancia para salir del euro y reactivar su economía mediante una devaluación.
Atenas califica a estos expertos de especuladores, atraídos por las jugosas ganancias de los CDS, los seguros contra las suspensiones de pagos.
Papandreou explica desde hace meses a los demás gobiernos europeos, en general conservadores, que hay que evitar una suspensión de pagos y resolver la crisis de la deuda y del euro lanzando euroobligaciones.
En cambio, la izquierda radical apuesta por una suspensión de pagos: "Ya no quedan dudas. Grecia hará 'default'", dijo a la AFP Costas Lapavitsas, profesor de Economía en la Escuela Oriental y Africana de la Universidad de Londres.
Este profesor, partidario de una suspensión unilateral de los pagos en nombre de la defensa del pueblo contra la hegemonía de los mercados, considera que Grecia debería borrar al menos 60% del total de su deuda para reactivar su economía real.
Mientras Papandreou advertía el jueves sobre los desafíos "cruciales" de los próximos días, un alto responsable bancario del país, que pidió el anonimato, confió a la AFP que Grecia entraba esta semana en "terreno desconocido".
Sin embargo, Grecia y la zona euro pueden "salvarse", considera Yannis Varoufakis, profesor de Economía de la Universidad de Atenas.
Con tres condiciones, precisa: "los europeos deben unificar rápidamente gran parte de la deuda europea, recapitalizar los bancos en dificultades y lanzar un masivo programa de inversiones".
"En Estados Unidos, cuando un banco basado en Nueva York tiene dificultades, no es el estado de Nueva York el que procede a la recapitalización, es el gobierno federal", ilustra.