
Dirigentes socialistas interpretan que el adiós del vicepresidente aleja el adelantamiento electoral. Rubalcaba sabe que el Gobierno debe presentar antes del 1 de octubre unos presupuestos del Estado restrictivos, con nuevos ajustes y posibles subidas fiscales. Él no quiere estar ahí.
"He transmitido al presidente mi voluntad de abandonar el Gobierno y de hacerlo de forma inmediata". Con estas palabras, Alfredo Pérez Rubalcaba comenzaba ayer la que ha sido su última rueda de prensa como portavoz, vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.
Un anuncio que no era sino la crónica de una dimisión anunciada. El propio Pérez Rubalcaba había adelantado el 30 de mayo, tras ser avalado como candidato del PSOE a las próximas elecciones generales, que dejaría el Gabinete cuando sintiera que "mi compromiso como candidato dificulta las tareas de Gobierno". Y ayer confesó que "ese momento ha llegado". Y lo hizo sin importarle que con ello confirmara las predicciones de su rival en los comicios, Mariano Rajoy, que horas antes daba por hecho que "se va a producir indefectiblemente".
Pero, más allá del hecho de la dimisión, lo que ayer todos intentaban averiguar o adivinar era el trasfondo de la decisión y del momento. Una cuestión sobre la que en el seno del PSOE prevalecía una opinión muy concluyente: "se va para desmarcarse de las decisiones impopulares que le quedan por tomar a un gobierno agonizante".
Rubalcaba quiere llegar al Comité Federal de hoy, que le proclamará oficialmente candidato del PSOE, sin ataduras ni condicionantes. Libre para protagonizar un giro a la izquierda en su programa de Gobierno. Con propuestas más próximas a las demandas de los ciudadanos y con guiños al movimiento del 15-M, como la reforma de la Ley Electoral para introducir listas abiertas, gravar más a los bancos o el cambio de la normativa sobre las hipotecas, entre otros. Es el "escuchar, hacer y explicar" que ha elegido como eslogan de campaña.
Quiere también que el debate de hoy se centre exclusivamente en su proyecto de futuro y que no se vea distorsionado por su papel en el Ejecutivo. Y, sobre todo, sabe que el Gobierno debe presentar antes del 1 de octubre unos presupuestos del Estado restrictivos, con nuevos ajustes y posibles subidas fiscales. Eso, o prorrogar los actuales, lo que parece una solución aún peor, tanto para los intereses del PSOE como, y sobre todo, para los de España. Por eso él no quiere estar ahí y, por eso ayer responsables del partido interpretaban que la salida de Alfredo del Gobierno "aleja la posibilidad de un adelanto electoral."