Economía

Alemania y Grecia: la visión de Ignacio Sotelo

La canciller alemana Angela Merkel. Foto: Archivo

Ignacio Sotelo, catedrático que fue de la Universidad Libre de Berlín, magnífico espectador crítico de la realidad europea y española desde Alemania, ha descrito hoy en un breve artículo en El País la estrategia de la señora Merkel en relación a la crisis griega.

En síntesis, el ilustre politólogo y sociólogo sostiene la ingeniosa y convincente tesis de que Alemania sabe perfectamente que Grecia no podrá devolver jamás el dinero prestado, por lo que las operaciones de rescate no tendrían otro objeto que ganar tiempo.

¿Para qué? La respuesta es relativamente sencilla: en 2009, el grueso de la deuda griega estaba en poder de las instituciones financieras alemanas y francesas; en la actualidad, el 36% de la deuda ya se ha transferido a entidades públicas, como el FMI y el BCE. En 2015, y gracias al proceso de 'rescate', tan sólo estará en manos de los bancos el 8% de la deuda y en las de las aseguradoras, el 11%.

Reestructuración de la deuda griega

¿Por qué se ha hecho así? También es fácil de entender: la opinión pública europea en general y alemana en particular no hubiera aceptado que Berlín y París hubiesen tenido que aplicar de nuevo grandes cantidades de recursos a fondo perdido a salvar al sistema financiero. Si desde el principio se hubiera optado por una reestructuración de la deuda griega, con una quita de al menos el 50% como sugerían los expertos, Merkel se hubiera hundido políticamente ya que, una vez más, se hubiese tenido que recurrir a la socialización de las pérdidas, es decir, a la aplicación del dinero público para tapar las alegrías especulativas de la banca.

Y ¿qué desenlace se prevé? De momento, los 110.000 millones del segundo rescate permitirán retrasar la quiebra; el pasado 30 de junio -explica Sotelo-, Alemania ha acordado ya con los bancos un aplazamiento hasta 2014 del cobro de la deuda, preparando así una "quiebra suave", de una cuantía manejable toda vez que el grueso de la deuda original ha sido endosada discretamente al sector público.

Además, "aunque al final sea el contribuyente el que pague, el verdadero éxito de la operación ha consistido en desplazar la indignación de la gente del sector financiero a los países 'pigs' -Portugal, Italia, Grecia y España- que habrían vivido alegremente a costa de los ahorros de los alemanes".

Alemania no tiene la menor duda sobre el euro, que le reporta extraordinarias ventajas: ha contenido la proverbial inflación de era del marco y la ha inmunizado contra las crisis, como ha podido verse en la pasada recesión; además, ha fidelizado absolutamente a la clientela europea y ha afirmado su incuestionable liderazgo. Por añadidura, Berlín ha logrado eludir toda responsabilidad en la crisis por el procedimiento de culpar de ella a los países periféricos que han vivido por encima de sus posibilidades.

Naturalmente, este planteamiento maquiavélico no es inocente ni incruento: la sociedad griega -y en cierta medida también la española, la portuguesa, la irlandesa- es la cobaya del experimento, ya que la extraordinaria presión financiera sobre Grecia postrará a este país y le impedirá crecer y renacer durante años. Quizá pueda pensarse que así pagarán los griegos sus errores históricos, pero parece claro que la idea de Europa no puede basarse en tales inequidades: o se construye una estructura europea verdaderamente federal, o la asimetría reinante terminará con la aventura integradora.

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