
No hubo grandes sorpresas en la reunión de ayer de la Junta Directiva y posterior Asamblea General de CEOE. Sólo una inesperada intervención de David Taguas colectiva del Gobierno, que fue unánimemente rechazada, sirvió para dar vida a un cónclave en el que el presidente puso la guinda al poco de empezar, desvelando el estupor del presidente del Gobierno por el rechazo empresarial al decreto de reforma de la negociación colectiva.
La llamada de Rodríguez Zapatero se produjo -según el comentario de Rosell a la cúpula de la patronal- el miércoles pasado, justo después de la rueda de prensa en la que el presidente de CEOE daba cuenta del rechazo total de su organización al proyecto del Ejecutivo.
Una conversación telefónica en la que el jefe del Gobierno le comunicó su sorpresa por la negativa y le expresó que no entendía qué puntos del decreto eran los que no gustaban a los empresarios.
Pero no fue sólo Zapatero. A la llamada del presidente le sucedió, en parecidos términos, la de su ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. Y tras éste, fue la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, quien apuntó la disposición del Ejecutivo a modificar la reforma durante el trámite parlamentario. "Quien no me llamó fue Rubalcaba", cuentan algunos de los asistentes que les apuntó un distendido Juan Rosell.
Tareas pendientes
Por lo demás, los esfuerzos de la patronal se centran ahora en modificar el contenido de la reforma del Gobierno mediante las enmiendas de los grupos parlamentarios. A este respecto, CEOE cuenta, a priori, con el apoyo del Partido Popular y de Convergencia i Unió, quienes si no plantean una enmienda a la totalidad, defenderán las propuestas empresariales a través de enmiendas al articulado.
De hecho, tanto el responsable económico del PP, Cristóbal Montoro, como el portavoz del grupo catalán en el Congreso, Josep Antoni Durán i Lleida, ya han declarado públicamente su oposición el proyecto, al que este último ha tachado de "prosindical".
También han contactado los empresarios con el PNV, aunque ayer la inmensa mayoría de la cúpula de CEOE apostaba por que este proyecto de ley "no se va a aprobar nunca". Apoyan esta afirmación en el hecho de que el Gobierno no ha pedido trámite de urgencia para tramitarlo, y teniendo en cuenta que el plazo de presentación de enmiendas finaliza el lunes 20, si no hay prórroga, parece muy difícil poder cumplir antes de fin de año los pasos de ponencia, comisión, pleno del Congreso, segunda lectura en el Senado y vuelta a la Cámara Baja. Y menos, si como parece, se adelantan los comicios.
"El proyecto del Gobierno nace muerto, porque está enfermo de sindicalización extrema", afirmaba un dirigente empresarial al termino de la Asamblea General.
En el plano formal, Juan Rosell, en su discurso calificó de "decepcionante y desequilibrada" la reforma de la negociación colectiva aprobada por decreto, y no dudó en afirmar que "la semana pasada el Gobierno detuvo el proceso reformista que se había producido con el giro en la política económica que, aunque tímido e insuficiente, parecía ir en la dirección adecuada".
Insistió en pedir una negociación colectiva "más flexible" para ajustar los tiempo de trabajo y costes a los ciclos económicos, y en "adecuar" el tiempo de la vigencia de los convenios en ausencia de acuerdo.