Economía

Strauss Kahn, un imán tanto para la economía como para los escándalos

Aunque la flor y nata de la prensa amarillista de Nueva York, así como las redes sociales le han bautizado como ?el pervertido?, no debemos olvidar que Dominique Strauss Kahn ha tomado, hasta la fecha, las riendas de la economía mundial en momento donde la marea casi engulle al sistema capitalista.

Precisamente, el todavía director gerente del Fondo Monetario Internacional ya apuntó maneras durante su periplo como ministro de economía y finanzas galo a finales de los 90.

Por aquel entonces, entre 1997 y 1999, más conocido por las siglas DSK, este hombre de 62 años fue el verdadero arquitecto que implantó la base económica en Francia y permitió que nuestros vecinos consiguieran reducir su déficit e implantar el euro sin mayor disrupción en las finanzas públicas. Además, Strauss Kahn fue el artífice del comienzo de privatización de parte de las empresas públicas galas.

Corrupción, lujo y faldas

Aún así, el díscolo político, quien previamente condujo las riendas del Ministerio de Industria entre 1991 y 1993, ya demostró ser un verdadero imán para los escándalos. Strauss Kahn fue obligado a dimitir de su cargo en el gobierno de Lionel Jospin por estar relacionado con un caso de corrupción, del que salió ileso legalmente tras una decisión judicial.

Aunque socialista de corazón, el que fuera profesor de Economía del Institut d'Etudes Politiques de Paris, ha sido criticado duramente en muchas ocasiones por su lujoso estilo de vida, es descendiente de un extenso linaje de coleccionistas judíos, y especialmente su fama de mujeriego, aspectos que no sólo desentonaban con su ideología política sino que más tarde volverían a darle problemas.

De hecho, tras su desembarco al frente del Fondo Monetario Internacional, allá por 2007, Strauss Kahn no sólo tuvo que lidiar con la vorágine de las hipotecas subprime y el desmoronamiento del sistema bancario mundial, sino que también tuvo que disculparse por haber mantenido relaciones sexuales con una subordinada, la economista húngara del Fondo, Piroska Nagy. El francés pidió disculpas por "una decisión errada" y su tercera esposa, la afamada, Ann Sinclair, le defendió a capa y espada al afirmar que había que "pasar página" ante "una aventura de una noche". Previamente, en 2002, también tuvo que blindarse ante la acusación de intento de violación emprendida por la reputada periodista y escritora, Tristane Banon.

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