Economía

Cómo dar respuesta a las necesidades energéticas de Japón

Tres semanas después del terremoto, el país asiático se enfrenta a sus carencias. Con sus capacidades nucleares y de refino mermadas, ha recurrido a sus reservas de crudo y también apostará por el gas.

Han pasado ya tres semanas desde que Japón quedó asolado por el terremoto y el posterior tsunami del 11 de marzo. Se ha calculado que, a nivel humanitario, el desastre podría haberse cobrado más de 10.000 víctimas. Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias energéticas de la catástrofe en la isla? El mayor movimiento de tierra ocurrido en el país asiático ha reducido en casi el 20 por ciento la capacidad nuclear del país y el 30 por ciento su capacidad de refinería. Según la consultora IHS-CERA, Japón ha perdido de forma permanente dos gigavatios de su capacidad nuclear debido a la inyección de agua marina en los reactores (el desastre generó olas de hasta diez metros), mientras que otros diez gigavatios (el 8 por ciento de la electricidad total en Japón) seguirán cerrados previsiblemente "durante varios años".

El objetivo de este artículo es analizar la forma en que Japón va a responder a sus carencias en electricidad y carburantes, así como a los obstáculos a los que se enfrenta el sector energético y sus implicaciones más amplias. También se trazará un mapa de los países vecinos que podrían suministrar a toda la región la energía que las empresas niponas no son capaces de generar en este momento.

El país no importará tanto crudo

La liberación de reservas estratégicas de petróleo y la reducción de la actividad económica limitarán el crecimiento de las importaciones de aceite crudo. El sector energético japonés utiliza unos 400.000 barriles al día (b/d) para producir electricidad, una cantidad que equivale al 9 por ciento de los 4,4 millones de barriles diarios de la demanda total de petróleo en todo el país. Desde que se produjo el terremoto, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria ha aprobado la liberación de 66 millones de barriles de petróleo de las reservas estratégicas del sector privado, una cantidad que equivale a 25 días de consumo. Las empresas japonesas poseen el equivalente a 45 días de inventario de petróleo, la cantidad mínima permitida por ley.

La extracción de petróleo y las reservas de productos derivados del crudo acarrearán una merma en el crecimiento de las importaciones del denominado oro negro que los analistas habían previsto tras el desastre. El ministerio japonés de Comercio ha afirmado que la liberación de las reservas, junto con los envíos adicionales procedentes del oeste de Japón, han ayudado a que los envíos de petróleo a la región de Kanto, en el centro este del país, y a Tokio, retomen los niveles de hace un año.

Por otro lado, también se espera que aumente la capacidad de refinado a lo largo de los próximos días, lo que reducirá las importaciones de esta materia prima. A corto plazo, las compras de petróleo al exterior se enfrentan a un riesgo a la baja por las pérdidas en la capacidad productiva. Dependiendo de cuánto crudo resulte necesario para responder a las necesidades eléctricas, Japón podría experimentar una reducción neta de la demanda, aunque se espera que aumente en la segunda mitad de este año, cuando comiencen los esfuerzos de reconstrucción.

Los daños al transporte, muy graves

Los perjuicios que han sufrido las infraestructuras de transporte del país nipón son los que más dificultan dar respuesta a la escasez de electricidad y gasolina. Quizá sean más peligrosos incluso que el descenso de la capacidad de refinado. Ésta se situaba en Japón alrededor de los 4,7 millones de barriles diarios en 2009, según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos.

La cifra cayó hasta los 2,7 millones barriles inmediatamente después del terremoto, pero desde entonces se ha recuperado ya a 3,9 millones barriles diarios, de acuerdo con los datos de la Asociación Japonesa del Petróleo (PAJ). El pasado 23 de marzo, dos de las seis refinerías japonesas cerradas en la región de Tohoku y Kanto ya habían reanudado sus operaciones. A pesar de las mejoras conseguidas, los daños que han sufrido las carreteras y los puentes del país, junto a la escasez de vehículos cisterna, están entorpeciendo considerablemente la capacidad de Japón para distribuir suficiente energía.

PAJ atribuye la escasez de vehículos cisterna a unas políticas estatales diseñadas con el objetivo de reducir el consumo de petróleo. En el año 2005, el número de vehículos cisterna alcanzaba los 17.744, mientras que en 2010 la cifra se había reducido nada más y nada menos que a 6.966. Esta merma agrava las dificultades para distribuir petróleo a los distritos afectados. Según las cifras oficiales reveladas por el Ministerio de Economía, Japón ha aumentado el número de vehículos cisterna de 198 a 300 en la región de Tohoku y, además, se propone asegurar las rutas de transporte ferroviario para suministrar gasolina, queroseno y petróleo ligero a las regiones afectadas. En ese sentido, reparar las rutas de suministro afectadas es tan importante como garantizar el suministro energético para responder a las necesidades de electricidad del país.

Petróleo indio y coreano

Según Moody's, las refinerías japonesas representan cerca del 9 por ciento de la demanda asiática y el 2 por ciento de la capacidad global. Aunque algunas refinerías, como JX Nippon Oil & Energy, Idemitsu Kosan y Kyokuto Petroleum Industries habían reanudado las operaciones el 22 de marzo, no han vuelto a vender su producción al extranjero. Tampoco aceptan pedidos nuevos de fueloil pesado. En esta situación, ¿quién atenderá las necesidades de la zona? Dado que la parte más importante de la capacidad de refinería japonesa se emplea para responder a la escasez nacional, es probable que las refinerías asiáticas en India y Corea aumenten sus porcentajes de utilización para satisfacer la demanda regional.

El gas natural australiano, beneficiado

Si Japón quiere compensar los 9,7 gigavatios de capacidad nuclear perdida recurriendo al gas natural licuado (gas natural que ha sido procesado para poder transportarse en forma líquida), tendrá que importar entre diez y once millones de toneladas más de gas, según FACTS, aunque la dependencia de otras fuentes de energía reducirá esa cifra a cuatro o seis millones de toneladas.

A corto plazo, Japón dependerá del mercado al contado para aumentar sus importaciones de gas licuado y compensar la capacidad nuclear perdida. ¿De dónde podría provenir todo el gas que se precisa? Se podrían desviar suministros de países como Indonesia, Corea, Brunei y Rusia para satisfacer las necesidades de gas de Japón.

Pese a la preocupación de que se desviaran cargamentos de gas licuado de Europa para satisfacer la demanda nipona, no ha sucedido así, según los reflejan los datos de los sistemas de tráfico de buques cisterna AIS Live, que han observado unos flujos similares de buques hacia Europa desde el terremoto. A medio plazo, sin embargo, Japón tendrá la necesidad de renegociar y firmar nuevos contratos con los exportadores de gas si quiere satisfacer la demanda a largo plazo.

Teniendo en cuenta la limitada disponibilidad de cisternas desde la cuenca atlántica, Japón dependerá en su mayoría del gas producido en el Pacífico. Ello podría beneficiar a las compañías australianas que están desarrollando proyectos de gas licuado pero que todavía no se han comprometido a destinar determinados volúmenes a la exportación.

El carbón, más adelante

Las importaciones de carbón térmico caerán, previsiblemente, a corto plazo, para elevarse a medio plazo. Según Platts, el pasado 16 de marzo todavía permanecían cerradas cinco centrales térmicas eléctricas, el equivalente al 10 por ciento de la capacidad japonesa de generación de electricidad por medio del carbón.

Se cree que parte de los envíos de carbón a Japón desde Newcastle fueron desviados a otras partes del continente asiático y ofrecidos con descuento a compradores chinos. Aunque el suministro nipón en la zona oeste del país puede absorber un aumento de las entregas, la parrilla eléctrica impide la transferencia de energía hacia el este.

A corto plazo, todo lo anterior sugiere que el carbón será menos importante para satisfacer la escasez de electricidad que el gas natural licuado y el petróleo. Al menos, por el momento. Ya que, cuando algunas centrales reanuden sus actividades, este combustible fósil podría desempeñar un papel más importante en la atención de las necesidades eléctricas. El año pasado, Japón importó 125,3 millones de toneladas. Según las estimaciones de Clarkson Research, la cifra podría alcanzar los 131,4 millones de toneladas en 2011.

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