
Levantar cabeza tras el terremoto y el devastador tsunami no será una tarea fácil para Japón. Esta semana, Tokio estimaba que el coste de los daños podría alcanzar los 217.000 millones de euros, lo que indica que hay mucho trabajo por hacer. La reestructuración en ciernes hace suspirar a muchas empresas, pero también a la mafia nipona.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, señaló recientemente que quiere ver cuanto antes equipos de trabajo levantando casas en las zonas afectadas. Regiones enteras han quedado hechas añicos y unas 300.000 personas viven ahora en centros de evacuación.
Ante esta situación, la urgencia expresada por el mandatario para comenzar la reparación de las consecuencias del desastre podría hacer que los procesos de licitación de obras se flexibilicen para acelerarlos.
Momento propicio
Esta situación favorecerá la entrada en escena de empresas cercanas a los políticos o incluso pertenecientes a la mafia, explica el columnista de Bloomberg William Pesek en un artículo titulado A los yakuza se les hace la boca agua con el boom de la construcción.
En su opinión, el país asiático se ve ahora abocado a una "economía de cemento" en la que la "corrupción" puede hacerse hueco fácilmente. Pessek recoge un extracto del libro El Japón contemporáneo, de Jeff Kingston, en el que se afirma que "el nexo entre los proyectos masivos de construcción, los burócratas , los políticos, los empresarios y la Yakuza son tan reveladores en Japón como lo son en Rusia o en Italia".
Vuelven los "buenos tiempos"
Según los datos que aporta el autor, la organización criminal japonesa está presente en el 3% de las obras en el país. Además, participan de forma indirecta prestando sus servicios para contratar obreros, acabar con las huelgas de trabajadores o poner fin a protestas vecinales, apunta Afp.
Esta situación vivió su auge durante la década de los noventa, cuando el presupuesto destinado por Japón a proyectos de construcción en infraestructuras era "equiparable al presupuesto del Pentágono estadounidense", señala Kingston en su libro. En los últimos tiempos, su presencia no ha remitido pese a los recortes de fondos posteriores y a los esfuerzos de las autoridades para poner fin a la relación entre la mafia y las empresas del sector.
Y ahora que el Gobierno nipón tendrá que destinar miles de millones de yenes a remodelar el país, "los buenos tiempos han regresado", afirma el columnista de Bloomberg. "Preparaos para un boom de la construcción como pocos en la historia reciente de Japón, con los gangsters haciendo cola para llevarse su parte", concluye.