
La Unión Europea de los 27 encara un futuro complicado. Tarde o temprano, el clima de unidad se fracturará y ya no volverá a ser la misma. Quedará dividida en dos bloques: uno formado por los 17 países que actualmente integran la Eurozona y otro compuesto por los 10 restantes. ¿Hasta qué punto es posible una división de estas características? Este panorama es el que vaticina Irwin Stelzer, director de políticas económicas del Hudson Institute.
En un artículo que recoge The Wall Street Journal, Stelzer plantea un panorama post-crisis en el que los integrantes del bloque de los 17 países no tendrán más remedio que acatar las órdenes de un gobierno de coalición formado por Alemania y Francia. Los otros 15 países del euro se dejarán llevar, luchando por recuperar la credibilidad de una divisa debilitada por los periféricos, Grecia, Irlanda, Portugal y, "probablemente" España.
¿Qué ocurrirá con los miembros del otro bloque? Como los Estados que comparten moneda cada vez adquirirán un mayor protagonismo, los 10 "sobrantes" -entre los que se incluye Reino Unido, Dinamarca o Suecia- se limitarán a seguir de cerca las reuniones que, en el marco de una Unión Europea fracturada, celebren los otros 17. Pero apenas tendrán capacidad de influencia en la toma de deciones. Stelzer advierte: la existencia pacífica "entre los 17 del euro y los 10 ajenos a la divisa no está garantizada".
Estos últimos sólo tendrán capacidad para seguir políticas más liberales, si lo prefieren, en lugar de estar sujetos a la línea de actuación de los 17, en la medida en que conservan sus propias divisas y el control sobre sus tipos de interés.
No obstante, Stelzer piensa que estas diferencias no suponen sino una amenaza más para la cohesión de la Unión Europea. Asimismo cree que el hecho de que se excluya a estos países de las cumbres de la Eurozona hace que su pertenencia a la UE sea menos atractiva.
Aunque Francia ha tendido la mano para que adopten la moneda única, Stelzer piensa que es improbable que lo hagan y digan sí a lo que supone la entrada en el euro: una economía más sensible a las tasas de interés, una mayor dependencia de los servicios financieros o la necesidad de una moneda que se ajuste a las cambiantes condiciones económicas.
Salvando las distancias, el panorama que plantea Stelzer no es muy distinto al actual. Debido a la crisis de deuda soberana, los países de la Eurozona centran desde hace meses toda la atención. En un intento por recuperar la confianza en la moneda única, sus miembros se han visto obligados a tomar un conjunto de decisiones de las que, en muchos casos, el resto de países de la UE ha quedado al margen. Y, en este escenario, es Alemania quien lleva la voz cantante.
Finalmente Stelzer concluye: las colonias de América del Norte fueron a la guerra para separarse de Gran Bretaña bajo el lema "impuestos sin representación es tiranía". Los 10 países excluídos tendrán que decidir cuánto tiempo quieren tolerar la marginalización antes de hacerse notar.