Economía

El hijo del tirano y también el encubridor jefe de Gadafi

Saif Gadafi. Foto: Archivo

En diciembre, en una sala de conferencias de la London School of Economics (LSE), el ponente invitado, con aspecto ligeramente desaliñado y confundido, apareció en una enorme pantalla mediante videoconferencia. Era la oportunidad de escuchar las reflexiones de uno de los líderes de más larga permanencia en servicio, el coronel Muamar el Gadafi.

Contó a los estudiantes allí congregados que Tony Blair era un "amigo" con el que se reunía regularmente. Ensalzó el trabajo del antiguo primer ministro en Oriente Medio, pero clamó contra Reino Unido por su tratamiento dado al terrorista del atentado de Lockerbie, Abdelbaset al-Megrahi.

En primera fila estaba aplaudiendo lord Giddens, antiguo director de la LSE, antiguo asesor de Blair. Describió Libia como "no especialmente represiva" y mostró su esperanza de que Gadafi pudiera reformarla.

Asimismo, había un mensaje de bienvenida de sir Howard Davies, el actual director de la LSE, que sirvió de enviado económico de Blair a Libia.

Cambio internacional

La conferencia reflejó un cambio significativo en el largamente vilipendiado Gadafi. Durante sus años como paria internacional, transfirió fondos al IRA; protegió a los asesinos de Yvonne Fletcher, la mujer policía asesinada a tiros frente a la embajada de Libia en 1984; y, según se dice, autorizó el bombardeo de Lockerbie en 1988, donde perdieron la vida 270 personas. Aun así, aquí le concedían el respeto reservado a hombres de Estado.

La figura clave en este encubrimiento de un tirano ha sido su segundo hijo , Saif, un anglófilo y consumado académico que estudió para su doctorado de investigación en la LSE, y cuya fundación había donado 1,75 millones de euros a la universidad. También Saif estaba bien relacionado en Gran Bretaña. Entre sus amigos y contactos se contaban lord Mandelson, el financiero Nat Rothschild, el Duque de York y un antiguo oficial de inteligencia senior que actuaba con frecuencia de mediador entre Libia y Reino Unido.

Saif era el rostro humano del régimen de Gadafi, ampliamente promocionado como el reformador y el probable sucesor de su padre. En mayo del pasado año, dio una charla en la LSE esbozando su visión de una Libia moviéndose hacia una "democracia participativa" y una "sociedad libre".

La realidad dio un vuelco la semana pasada, cuando hizo el escalofriante y virulento discurso en Libia en el que hacía la promesa de que el régimen de su padre lucharía "hasta el último hombre, la última mujer, la última bala".

¿Cómo pudo este Gobierno de matones congraciarse de forma tan exitosa con algunas de las figuras más destacadas de Reino Unido? ¿Saif era un impostor?

Las pistas se remontan a diciembre de 2003 cuando Blair anunció que Libia iba a desmantelar su programa de armas de destrucción masiva y a renunciar al terrorismo. Lo describió como un cambio "histórico y valiente".

Entre los jugadores clave involucrados en el acuerdo estuvieron Saif y sir Mark Allen, un oficial senior del MI6 que trabajó más tarde para BP. Pareció un logro de Blair, pero los analistas dijeron que para Gadafi había sido una cuestión de Realpolitik.

Los negocios empezaron a fluir entre Libia y Gran Bretaña. Saif se matriculó en la LSE en 2003 para estudiar un máster. Los académicos dicen que se sintió comprometido de verdad con los principios liberales.

Los Gadafi estaban ansiosos por mejorar la reputación de Libia, para lo que contrataron a Monitor, consultoría de Massachusetts que tenía a Allen en su nómina, para "realzar el entendimiento y la apreciación internacional de Libia". En su papel de asesor de BP, Allen presionó al Gobierno británico en 2009 para la liberación de Megrahi.

Saif se había acomodado ya a la vida de Londres. Compró una casa de 11 millones en Hampstead con piscina, sauna y sala de cine. Saif era uno de los conductos principales por donde pasaban grandes cantidades de dinero que fluían fuera de Libia. La Autoridad de Inversión Libia creó un hedge fund londinense, FM Capital Partners, e invirtió en propiedades. Se asociaron personajes partidarios de Blair.

Saif creó un Consejo Nacional de Desarrollo Económico. Entre los asesores internacionales que se unieron estaba la antigua ministra de Relaciones Exteriores y ministra de Estado de Oriente Medio del gobierno de Blair, la baronesa Symons. Adam Ingram, antiguo diputado laborista y ministro de Defensa, se adscribió a las compañías esperando conseguir contratos en la región.

Se dice que el propio Blair ha visitado Libia en varias ocasiones y que mantiene una cordial relación con Gadafi. Niega haber sido pagado alguna vez por el régimen, pero de hecho representa los intereses en Oriente Medio de JP Morgan, el banco que empezó a operar en Libia después de que se levantaran las sanciones.

Todavía en febrero del pasado año Saif seguía insistiendo en que quería ver a Libia modernizada. Pero la revuelta de este mes ha llevado su dualidad a un punto crítico. A pesar de su discurso, todavía intentaba que periodistas británicos volaran a Trípoli en su jet privado para enseñar que todo estaba "normal".

Mucha gente considera este discurso como completamente atípico de él, pero al pronunciarlo se convirtió en el coronel Gadafi Mark II. Fue una abominación en todos los aspectos.

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