Vicente mira el reloj. Ya sólo quedan tres horas para que acabe el que será su último turno como bombero, el trabajo para el que siempre ha vivido. No tenía ni 24 cuando decidió que quería luchar contra el fuego? y hasta hoy, donde los 60 ya pesan. Le toca recoger y decir adiós a la que ha sido su casa durante 35 años largos años. Ha llegado la hora de la jubilación, de dejar en su puesto a jóvenes que vienen con más fuerza, que sean capaces de subir la escala o correr 10 kilómetros sin que aparezca el maldito flato. Él ya no tiene ni fuerza ni edad.
La Ley que regula el Cuerpo de Bomberos cataloga esta profesión como penosa -aquellos que son peligrosos, insalubres o generan un mayor gasto- y para los que se contempla una jubilación anticipada. Y como los bomberos, los mineros, los trabajadores aéreos y el sector del mar. De todos ellos se ha hablado mucho durante la reforma de las pensiones, que según ha anticipado el Gobierno, será flexible para estos sectores.
Legislación incompleta
No obstante, la regulación es compleja y, según los sindicatos, escasa. "Porque ni cubre todas las necesidades ni todas las profesiones", explican. En el tintero quedan trabajos que piden a gritos una regulación. Es el caso del transporte por carretera o de los obreros de la construcción y para los que, hoy por hoy, no se contemplan diferencias.
"¿Alguien me imagina en la obra a los 65?", grita un obrero desde su andamio. "Yo, personalmente, no", dice mientras bromea con esos kilos de más que empiezan a asomar en su barriga.
De momento, sólo estas cuatro profesiones están recogidas en el Real Decreto de 1984 y desarrolladas posteriormente en la Ley de Medidas en Materia de Seguridad Social de 2007, y en vigor desde enero de 2008. Según la Ley, se establece "un procedimiento general en el que se prevé la realización de estudios sobre siniestralidad del sector, penosidad, peligrosidad y toxicidad de las condiciones de trabajo, incidencia de procesos de incapacidad temporal o permanente o requerimientos físicos en la actividad". Para todos ellos, se aplican coeficientes reductores en función del puesto que se desempeñe. En caso del mar, por ejemplo, y en el capítulo de buques, sólo entran los trabajadores que estén embarcados. Fuera quedan los trabajos que se desarrollan en tierra firme. La catalogación no es fácil.
"En la actualidad son numerosos los colectivos que han solicitado reducción de la edad de jubilación por realizar trabajos penosos", insisten desde UGT. La nueva reforma de las pensiones que prepara el Gobierno no dejará de lado tampoco este punto.
Así, un primer compromiso es el de establecer un procedimiento objetivo para determinar, después de la realización de los estudios que se citan, los colectivos susceptibles de beneficiarse de esa reducción. Una vez delimitados, se procuraría facilitar la modificación de las condiciones de trabajo y, en el caso de que ello no fuera posible, se establecerían los coeficientes reductores correspondientes. La aplicación de estos coeficientes se compensaría con un aumento de las cotizaciones en los sectores concernidos. En ningún supuesto, dice el texto, la aplicación de los coeficientes reductores podrá oca- sionar que la edad de acceso a la jubilación pueda situarse en menos de 52 años. En los regímenes especiales que posibiliten en la actualidad edades inferiores se aplicará un período transitorio en la aplicación de la nueva regulación.
Los bomberos han logrado retirarse a los 60 años, pero, como reconoce Joaquín Sáinz, responsable general de bomberos FSP-UGT, "no después de largas y tensas negociaciones". El Cuerpo cuenta en España con 21.344 empleados distribuidos en 135 servicios. Desde 2008 se consiguió bajar la edad de jubilación de los 65 a los 60 años, o 59 para las personas con más de 35 años cotizados. En Europa, la edad está en 55 años.
Como reconoce Joaquín Sáinz, es lo justo. "Es un trabajo físico y las condiciones ya no son las mismas", dice, mientras alude a algunos de los males que más atacan a los bomberos: hernias discales, rotura de ligamentos? En España, a los 55 años, se les va relegando a puestos menos exigentes, como son las labores administrativas. En los dos últimos años se han jubilado 300 bomberos con 60 años. "Algo se ha conseguido", dice Vicente.
Mineros en el pozo
Tampoco en la mina es fácil fijar la edad de retiro. Así, Inocencio Sánchez, Ino, lleva jubilado desde los 47 años -hoy tienen 51- gracias a los coeficientes reductores que se contemplan para los hombres que respiran, como dice el poema, aire carbón. Y aire carbón es lo que lleva Ino en su sangre desde los 27 años. Aunque por sus venas no corre sangre minera, como suele ser costumbre en tierras asturianas, un buen día decidió presentarse como mecánico en la zona asturiana de Langreo. Y ya no salió. "Por suerte, los coeficientes reductores me han permitido dejar el pozo aún joven y con buena salud", dice pensando en un futuro esperanzador.
No todos tuvieron la misma suerte. Hoy, muchos de sus compañeros están atados con sólo 50 años a una bombona de oxígeno o presentan minusvalías que les impide desarrollar una vida normal. Si tuviera que describir su primer día en la mina, Ino hablaría de miedo, de esa oscuridad que presiona y, por qué no decirlo, que asusta. Con los años, esa misma oscuridad pasa a ser compañera, "te vas acostumbrando a todo y, por suerte, las condiciones de los sistemas de seguridad y condiciones de trabajo han ido mejorando", reconoce.
En el carbón, la edad de jubilación es a los 52 años, según el Real Decreto del Estatuto del Minero de 1983. Las demás minerías cuentan con coeficientes reductores personalizados. El cómputo se hace en una escala que va de 0,1 a 0,5. A Inocencio se le aplicó un 0,4, es decir, por cada año cotizado se le añaden 4 más. Según cálculos de UGT, unas 30.000 personas trabajan en la mina.
Marineros en alta mar
Y de la mina al mar, a la vida de Pedro, alto cargo de un buque, que sabe mejor que nadie qué es la soledad. "El mar es una droga que te engancha, es la libertad absoluta", reconoce uno de los 40.000 trabajadores del sector en situación penosa -trabajadores embarcados-.
Pero la poesía se queda aparte cuando piensa en los largos días lejos de casa. Aquí no pesan los kilos, pesan los años. Y 31 años en alta mar son demasiados. Hoy tiene 53 y, por el puesto que ocupa, la jubilación le llegará a los 58.
"Cuando eres joven no ves las desventajas. Conoces mundo, destinos que nadie imagina...". Pero eso era antes, cuando no importaba no tener jornada de trabajo o pasar meses y meses sin un día de fiesta. Cuando llevaba con gracia y con ganas el refrán de una novia en cada puerto. La jubilación llega por penoso, por las horas acumuladas sin descanso y por los problemas que acarrea para los marineros horas y horas de soledad. "Una huida del tiempo", dice Pedro.
Abuelos en el aire
Por mar y por aire llega la penosidad, porque el cielo también tiene sus dificultades para quien lo trabaja. Es el caso de Manuel Atienza, 58 años, tripulante de cabina de vuelo y muchos sueños cumplidos. Como era conocer mundo cuando en España nadie salía del pueblo o, con suerte, veraneaban en las playas de Benidorm. "Pero estar casi con 60 años repartiendo las cenas en un avión es muy duro", subraya cansado de tantos kilómetros en el cuerpo y de noches en camas de hotel. También ha habido sustos de los que no le gusta hablar. La suerte de trabajar en Iberia le permitirá dejar antes el puesto. "Pero dejo a mi hija", dice orgulloso.
La Ley reconoce la jubilación con menos de 65 años a los tripulantes técnicos de vuelo con coeficientes reductores de acuerdo con la escala establecida. El período de tiempo en que se reduce la edad de jubilación se considera cotizado, únicamente, para determinar el porcentaje aplicable a la base reguladora. "Pero hay mucho que hacer", insisten desde los sindicatos.
El adiós de Vicente
Volvemos al parque de bomberos. Vicente mira el reloj. Las dos de la tarde, hora de irse. Pero un sello oficial no puede cerrar la vida de este trabajador. Consigo, en esa maleta que prepara para recoger sus pertenencias, también hay hueco para los muertos del 11-M o el incendio de los Almacenes Arias en la que perdieron la vida 10 bomberos, "10 amigos". Pero también se lleva los buenos, como aquel joven al que convenció de que, por amor, no merece la pena tirarse al vacío.
Y tantas y tantas cosas. Se va. 60 años son suficientes para dar todo y hoy, reconoce, no pasaría las duras pruebas. Pero ya tiene quien le sustituya. A su lado, ayudándole con las cajas, un joven bombero. "Es mi hijo", dice orgulloso.