Economía

La estratagema de la diosa Cibeles

La diosa Cibeles, o Frigia para los griegos, encarna la tierra fértil. La mitología la representa sobre un carro, para simbolizar su superioridad, la de la naturaleza, sobre el resto de animales que habitan el orbe, incluidos los leones que tiran del pescante. Por eso, quizá la estatua de Cibeles, que da nombre a una céntrica plaza madrileña, es el escenario elegido por el Real Madrid para celebrar sus triunfos.

Lo que desconocen, seguramente, los directivos del club merengue, con Florentino Pérez en cabeza, es que Cibeles era muy jaleada en el Olimpo porque ganó una carrera de velocidad en su carromato a sus dos rivales, Hipómenes y Atalanta. Cibeles utilizó una treta: iba tirando durante la carrera monedas de oro que los otros dioses se entretenían en recoger con la consiguiente pérdida de tiempo.

El ardid que tan buenos resultados dio a Cibeles es paradójicamente utilizado unos siglos más tarde por Florentino Pérez para perseguir sus éxitos profesionales. El club blanco es conocido por las astronómicas cifras que paga a directivos y jugadores. Pero hay cosas que ni con todo el oro de Moscú se logran. El Real Madrid puede pasar otro año en blanco, sin títulos nuevos que colocar en su vitrina, pese a su impresionante cantera de jugadores.

Algo similar ocurre en el mundo empresarial. Florentino Pérez lleva gastados alrededor de 6.500 millones para hacerse con el control de Iberdrola. Pero un magistrado de Bilbao, cuyo sueldo probablemente equivalga al de las propinas de algunos, acaba de dictaminar que ACS no puede entrar en el consejo de la eléctrica presidida por Ignacio Sánchez Galán porque son competencia en multitud de negocios. ¡Para ese viaje no necesitamos tantas alforjas!

ACS recurrirá la sentencia ante la Audiencia Provincial de Vizcaya y si sigue siendo negativa para sus intereses, lo hará después ante el Tribunal Supremo. La decisión de éste puede tardar en conocerse unos dos años adicionales. Entretanto, la inversión de Florentino Pérez permanecerá atrapada en Iberdrola. Tiene que soportar minusvalías de cientos de millones y, aunque logre reducirlas a la mínima expresión, siempre le quedará la deuda. La carga generada por esta euforia compradora ronda los 4.000 millones, casi la mitad del endeudamiento total de ACS, alrededor de 9.000 millones, a expensas de conocer el balance anual que la constructora debe presentar. Esta cifra ya descuenta los 2.500 millones obtenidos por la venta de una parte de la concesionaria de autopistas Abertis y la filial de puertos.

Pero aún hay más. Florentino Pérez clama victoria por haberse hecho con más del 30 por ciento de la alemana Hochtief y, por ende, con su control, sin un sobreesfuerzo económico. Tampoco es cierto del todo. ACS adquirió el primer 25 por ciento de su rival germana en 2007 a un precio medio de 72 euros, mientras que ayer sus títulos cotizaban alrededor de 64 euros, es decir en torno al 10 por ciento menos. Si tenemos en cuenta que el dividendo ronda el 1 por ciento y que su pretensión es subir la participación al 50 por ciento, las perspectivas son de más endeudamiento y, quizá, con alguna ampliación de capital.

No critico la operación en Alemania, parece una obra maestra, pero si fuera accionista de ACS tendría muchas dudas sobre la evolución de los títulos a corto y medio plazo, dado el apalancamiento ajeno al negocio de la construcción.

En estas circunstancias, es comprensible que la familia March se haya desprendido del 5 por ciento para diversificar en otros sectores. En ACS, todos aseguran que no hay diferencias internas, pero a nadie se le escapa que el recorte de la participación del primer accionista es una pésima señal al mercado.

Y luego están los Albertos, los otros socios de referencia con cerca del 14 por ciento, quienes sobrellevan con resignación que el primer ejecutivo de ACS dedique más de la mitad de su tiempo a gestionar el Real Madrid, amén de reprocharle la batalla sin fin en la que ha entrado para tomar el control de la eléctrica.

Florentino Pérez necesitará esta vez más monedas de oro que la diosa Cibeles para convencer a socios y accionistas de que no abandonen la carrera por Iberdrola, hecha a la medida de sus ambiciones.

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