
"Voy a tomar las decisiones que España necesite, aunque sean difíciles, cueste lo que cueste y cueste lo que me cueste". Con estas palabras el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió el pasado mes de julio en el Debate sobre el Estado de la Nación a acometer las reformas y los recortes necesarios para evitar que España fuera cuestionada por los organismos y los mercados internacionales.
A su espalda, el jefe del Ejecutivo llevaba ya el mayor ajuste social de la democracia que había anunciado el 12 de mayo, después de que Grecia fuera rescatada. Pero Zapatero estaba dispuesto a más si era necesario para alejar los fantasmas que metían a España en el saco de los países que podían necesitar un rescate financiero comunitario.
Desde entonces, distintos miembros del Ejecutivo han repetido por activa y por pasiva el compromiso del país con las reformas estructurales pendientes y con una reducción del déficit público del conjunto de las Administraciones que debía cerrar 2010 en el 9,3% para rebajarse en 2011 hasta el 6%.
El pasado 1 de diciembre, aún con la resaca de Irlanda en los mercados, Zapatero presentó un muchas veces negado plan B, que volvió a dar evidencia de que estaba dispuesto a hacer lo que fuera a cualquier precio.
Este jueves, una de las grandes observadoras del transcurso y devenir de la economía española en los últimos meses, la canciller alemana, Angela Merkel , visita España en el marco de una cumbre bilateral en la que se reunirá con el Rey Don Juan Carlos y con Rodríguez Zapatero (no lo hará con el líder del PP, Mariano Rajoy). El Ejecutivo tampoco ha perdido de vista que 24 horas después, el viernes, se celebra en Bruselas un Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno.
La canciller alemana pasa revista
A la cita del jueves, el presidente del Gobierno estaba dispuesto a llegar con los deberes hechos para evitar sonrojos delante de la que es, sin duda, la mandamás de la Unión Europea, con permiso del presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Y para presentar la tarea hecha, la semana pasada el Gobierno tocó todos los grandes frentes que preocupan dentro y fuera de nuestras fronteras y por los que España ha sido señalada -para muchos tutelada- desde el pasado mes de mayo.
El primero, el sistema financiero. En este sentido, el lunes de la semana pasada, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, sorprendió presentando las líneas básicas de una nueva reforma financiera en la que a las cajas de ahorros se les exigirá un capital básico de entre un 9 y un 10 por ciento.
El pasado martes, el Gobierno presentó los datos de ejecución presupuestaria de 2010 para demostrar su compromiso con la estabilidad y alejar las dudas vertidas en relación al comportamiento de las cuentas de las comunidades autónomas. Hacienda confirmó que el Estado ha cumplido de sobra con la consolidación fiscal (la previsión era rebajar el déficit al 5,9% y se ha disminuido hasta el 5,1%).
Así, el Estado asegura que la cifra final del conjunto de Administraciones Públicas cuenta con cierto margen si las autonomías, que hasta ahora sólo han presentado los datos hasta el tercer trimestre, no aprueban su examen de déficit.
El tercer frente abierto en el Gobierno, y uno de los más cuestionados de puertas para fuera, la reforma de las pensiones, también recibió un importante espaldarazo la semana pasada. El Ejecutivo sumó el jueves a los agentes sociales a un acuerdo para retrasar la edad de jubilación a los 67 años, después de más de un mes de duras negociaciones.
De esta forma, el Consejo de Ministros aprobó el texto el viernes, sacando pecho por haber recuperado un diálogo social roto en julio de 2009 y que tendrá mañana la foto más esperada por el Ejecutivo: la escenificación con los sindicatos y la patronal del acuerdo social. Esa foto, que abrirá la puerta a un pacto político al que el Gobierno espera sumar a la mayoría de los grupos, será la que recibirá en todos los periódicos a la canciller alemana el jueves.
Dos días de gira europea
Con todo, el Gobierno tiene abierto un doble foco de actuación. A las visitas internas, -entre las que destaca a principios de año la del viceprimer ministro chino-, Economía ha sumado en los últimos meses aquello de si Mahoma no va a la montaña...
En este sentido, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, prepara la visita de Merkel en las otras dos grandes capitales europeas... para vender confianza en la economía española. Campa realiza hoy un road show en París, que le llevará a entrevistarse con inversores, bancos y fondos de inversión para informar de las últimas reformas y, mañana miércoles, repetirá guión en la City londinense.
Campa no es nuevo en este cometido. En los primeros meses de 2010 ya realizó, con Salgado, varios viajes a las grandes capitales financieras. En agenda tiene, además, realizar este año otra visita a EEUU y una nueva gira asiática.