Economía

Los seis mayores fracasos económicos en la historia de Gran Bretaña

Contención, mesura, profesionalidad... Son algunas de las virtudes que en muchas ocasiones se atribuyen a los británicos. Sin embargo, más allá de los tópicos, lo cierto es que este país, o al menos sus dirigentes, han caído en grandes errores de un elevado coste económico. El último órgano público en recibir críticas ha sido el Banco de Inglaterra, por su gestión de la crisis de Northern Rock, aunque esta no es la única pifia económica que han tenido que soportar los ciudadanos británicos de sus responsables públicos.

El economista D. R. Myddelton ha recogido en el libro They Meant Well los seis proyectos más desafortunados desde el punto de vista económico en la historia de Gran Bretaña, todos ellos generosamente apoyados desde el Gobierno. El texto, editado por el think tank IEA, pretende pasar factura a aquellos responsables que pusieron el dinero del contribuyente británico al servicio de proyectos que, a la luz de la historia, resultan desafortunados.

El informe comienza citando a Adam Smith y su popular teoría de la mano invisible del mercado, según la cual un empresario promueve un fin de interés público sin ser su intención. Estos seis proyectos serían lo contrario: ideas bienintencionadas, destinadas a servir a los ciudadanos británicos pero que acabaron suponiendo un lastre que el contribuyente financió con sus impuestos

El dirigible R.101

Tras la I Guerra Mundial, el Gobierno laborista proyectó la construcción de dirigibles como un medio para afrontar grandes desplazamientos. En 1922, los aviones no eran considerados el mejor medio para viajar grandes distancias, de modo que el Gobierno Británico optó por dos modelos de dirigibles que le permitirían conectar zonas remotas del Imperio y competir en la década de los 30 con el zeppelín germano: el R100 y el R101.

La idea era ambiciosa así que el Ejecutivo se rascó el bolsillo y presupuestó el equivalente a 60 millones de libras actuales. Sin embargo, la cantidad finalmente destinada fue de 100 millones, un 67% más de lo planeado inicialmente.

Sin embargo, los dirigibles 101 y 100 no fueron una mera catástrofe económica. Durante uno de los primeros vuelos, en 1930 un R 101 se estrelló en Francia, en un accidente en el que 48 personas perdieron la vida.

Un año después, el Ministerio del Aire suspendió los programas de dirigibles y estos artefactos fueron vendidos como chatarra.

El proyecto del cacahuete

Varias décadas después, en 1944, otro Gobierno laborista, liderado por Atlee, se rascó el bolsillo para emprender una de las aventuras económicas más improductivas de la historia: la plantación de millones de acres de cacahuetes en África del Este. Dada la inversión que se necesitaba hacer, el Gobierno creyó que la empresa sólo podría sufragarse con fondos públicos.

El proyecto fue un absoluto fiasco. Para cultivar cacahuetes en zonas hasta entonces improductivas se necesitaba de maquinaria especializada, por lo que las autoridades decidieron trasladarla hasta África. Sin embargo, las comunicaciones no eran fáciles y muchos tractores se quedaron por el camino. Esa fue una de las muchas dificultades que se encontraron los responsables de este proyecto sobre el terreno.

El Gobierno dispuso 600 millones de libras para cultivar 3.200 millones de acres en el este de África con 600.000 toneladas de cacahuetes al año. Sin embargo, el
coste total ascendió a 1.150 millones de libras, un 92% más de lo presupuestado. Y, a pesar de la inversión, finalmente apenas se pudieron cultivar 100.000 acres, con lo cual la producción de cacahuete fue "virtualmente inexistente".

Energía nuclear

Ni siquiera un político de prestigio y fama como Winston Churchill logró salir indemne de la presidencia en materia económica. En 1955 inició uno de los planes más ambiciosos de Gran Bretaña en materia energética: la creación de varias centrales nucleares para abaratar el coste de la energía.

Según el autor del libro, la causa del fracaso nuclear de Gran Bretaña se debió a los monopolios estatales encargados de la puesta en marcha de las centrales. Los expertos que las diseñaron infravaloraron los costes de la energía nuclear y sobrevaloraron sus beneficios. De esta forma, muchos consideran que actuaron como un auténtico lobby científico que, ante la falta de competencia y la ignorancia generalizada en la materia, se nutrió de un caudal de fondos desproporcionado.

El estudio señala que “nunca conoceremos con seguridad los costes”, pero aventura una cifra mínima de pérdidas de 32.000 millones de libras. Una inversión que ni siquiera tuvo efectos positivos en el contribuyente a la hora de pagar la luz, ya que ésta se encareció un 25%.

Concorde

Otra gran ambición británica, ya a partir de los años 50, fue la consecución de un avión supersónico que hiciese frente a los modelos más avanzados de la URSS y Estados Unidos. Así, en colaboración con el Gobierno francés, Gran Bretaña desarrolló el Concorde, un avión comercial que alcanzaba una velocidad máxima de 2.400 kilómetros por hora.

Este prodigio de la tecnología no estuvo exento de problemas mecánicos. El consumo de combustible era desorbitado, sólo podía transportar un máximo de 120 pasajeros y el ruido que generaba era infernal. Pero fue el desacuerdo con Estados Unidos y otros países que prohibieron el aterrizaje del Concorde de sus aeropuertos el detonante del fracaso.

Con su último vuelo en 2003, el Concorde concluyó otro caro capítulo de la historia británica. En total, el coste de la creación y mantenimiento de los 20 aviones Concorde fabricados fue un 300% superior a lo inicialmente previsto, superando el total de 9.600 millones de libras.

El Eurotúnel

Unir la isla con el continente europeo había sido un sueño durante siglos e inclusó Napoleón lo creía posible, pero no fue hasta 1994, cuando este túnel se hizo realidad, gracias a la colaboración de los gobiernos francés y británico.

Con una longitud de 50 kilómetros, 39 de ellos submarinos, el Eurotúnel es el canal submarino más largo del mundo, con una profundidad media de 40 metros y permite desplazarse de Francia a Gran Bretaña (y viceversa) a través de coche y tren.

El proyecto costó 9.350 millones de libras, un 87% más de lo presupuestado, debido a las dificultades de coordinación entre las empresas contratadas y la dificultad técnica del proyecto. Sin embargo, en esta ocasión quienes tuvieron que acarrear con el coste fueron empresas privadas, que como compensación recibieron la concesión de su gestión hasta 2055.

Millenium Dome

De entre todos los proyectos seleccionados en el estudio, este no es el más caro, pero quizá sí el más absurdo. El 'Millenium Dome' era un edificio destinado a celebrar la entrada en el tercer milenio y convertirse en un signo de modernidad en el sur de Londres.

Tony Blair declaró que el colosal edificio circular de 365 metros de diámetro era “un triunfo de la confianza sobre el cinismo, la audacia sobre el conformismo, la excelencia sobre la mediocridad”. Sin embargo, su diseñó acabó defraudando a los británicos y, tras su primer año, se convirtió en un recinto casi inservible.

El gasto total en esta infraestructura podría rozar los 1.000 millones de euros, según el IEA, lo que supondría un incremento del 18% respecto a lo proyectado por el Gobierno de Tony Blair.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky