
Xavier Sala-i-Martín, catedrático de Economía en la Universidad de Columbia (Nueva York), es desde hace más de una década uno de los participantes habituales en las reuniones que cada última semana de enero celebra el Foro Económico Mundial en la localidad alpina de Davos. Rogoff: "Algunos bancos europeos necesitarán ser rescatados".
En Davos se da por descontado el final de la crisis global.
En la recuperación económica mundial hay diferentes clubs y velocidades. Por un lado están los ex países pobres, cuya pobreza desaparece a ritmo trepidante, y que no son sólo China o India, sino también Indonesia, Latinoamérica, incluso África.
Luego están los ricos que van bien, como Estados Unidos, Alemania y, con el barril de petróleo a 100 dólares, también Rusia. Y después está la periferia de Europa -España, Portugal, Grecia, Italia, Irlanda-, donde hay que poner entre interrogantes que se haya acabado la crisis.
¿Cómo ve a España?
Soy optimista. No crece porque tiene varios problemas. Pero el Gobierno empieza a hacer los deberes, aunque quizás no todo lo que sería necesario, en pensiones, en mercado laboral y en el sector financiero. Aún no hay avances en productividad y competitividad.
Otro gran problema de España es el educativo. En China, en India y en Singapur hay inversiones tremendas en educación, porque estamos en la sociedad del conocimiento y en España parece que todavía no se han enterado.
¿Acabará este año el problema de la deuda en Europa?
No. La solución es crecer, y Europa no crece. Cuando se empieza a crecer, el problema de la deuda desaparece. Aumenta la recaudación y desaparecen los gastos extraordinarios de la crisis. Y al crecer el producto interior bruto (PIB), la deuda como fracción del PIB se reduce. La clave es el crecimiento, y hacer las reformas correctas.
¿Qué se dice de España este año en Davos?
Se la pone en el grupo heterogéneo de países periféricos con problemas de deuda. Hace un año se la veía como un agujero negro que iba mal y nadie sabía exactamente por qué. La intervención de Zapatero aquí no fue brillante ni calmó los ánimos. Pero creo que España ahora se puede presentar como un país que hace los deberes y cuyas reformas van en la dirección correcta. Salvo un pequeño problema que puede ser grande, y donde el Gobierno ha cometido un error.
¿Un error grave?
La reforma de las cajas de ahorros impone que los requisitos de capital propio de Basilea III, cuyo ratio de capital debería ser del 7 por ciento en 2015, será del 8 por ciento en otoño. Como no pueden recapitalizarse rápidamente, algunas cajas tendrán que convertirse en bancos y ampliar capital. Hasta aquí todo perfecto.
Pero las que no lo consigan, y aquí es donde comete el error el Gobierno, se van a nacionalizar. El Gobierno va a poner dinero para comprarlas, y no sabemos exactamente si las va a operar como entidades públicas o si las venderá, lo que no podrá ser porque si tuvieran valor positivo, el capital privado ya las compraría.
El Gobierno estima que le costará 20.000 millones de euros, el 2 por ciento del PIB. Cuidado, porque aquí es donde explotó Irlanda. Yo enviaría a la quiebra a las cajas que no cumplan. No pasa nada porque cierre una, los clientes y depositantes están asegurados. Que el Gobierno garantice con dinero público la compra de cajas ineficientes es un gravísimo error, porque a lo mejor no son 20.000 millones, sino 200.000.
Los créditos de toda la banca al sector constructor (promotoras, constructoras, etcétera) son 400.000 millones, el 40 por ciento del PIB español. Un número sospechosamente cercano al 40 por ciento que tuvo que pagar Irlanda para salvar a sus bancos. Supongo que esto ha puesto nerviosos a los mercados. ¿De dónde se saca el dinero si en vez de 20.000 millones se necesitan 400.000? ¿Qué pasa si además de las cajas pequeñas hay una grande?