El presidente estadounidense Barack Obama ha defendido el nuevo acuerdo alcanzado con Corea del Sur para establecer un Tratado de Libre Comercio (TLC), un pacto importante que repercutirá en el empleo y en el crecimiento económico.
El presidente compareció ante la prensa para indicar que el tratado impactará en la vida de la gente "creando empleos y crecimiento económico, algo de lo que depende la prosperidad de nuestro país".
"El acuerdo es una victoria para nuestros trabajadores, para nuestros granjeros y ganaderos, porque aumentará la exportación de nuestros productos agrícolas", indicó.
"Desde la industria aeroespacial a la electrónica, aumentará la exportación de nuestros productos manufacturados a Corea del Sur, que ya dan apoyo a 200.000 puestos de trabajo en muchas pequeñas empresas", indicó.
"En concreto -explicó- los fabricantes de coches y camiones estadounidenses tendrán un mayor acceso a los mercados coreanos. Animaremos a producir más coches eléctricos y a desarrollar las energías verdes en EE.UU., y nos aseguraremos de que no perjudica a los fabricantes automovilísticos aquí, en casa".
Obama anunció que la reducción de las tarifas que establece el acuerdo permitirá incrementar las exportaciones estadounidenses en 11.000 millones de dólares, lo que supone un impulso a su objetivo de duplicar las ventas al exterior de EE.UU. en los próximos cinco años.
Solo este acuerdo, señaló Obama, tendrá un impacto en la economía mayor que los últimos nueve acuerdos comerciales juntos que ha firmado el país.
El acuerdo firmado ayer, que deberá ahora ser ratificado por el Congreso, es el mayor acuerdo comercial suscrito por EE.UU. desde que lanzó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá en 1994.
Corea del Sur es el octavo socio comercial de EE.UU.
El convenio comercial eliminará los aranceles sobre un 95 por ciento de los bienes industriales y de consumo en cinco años.
Los negociadores de la primera economía y de la duodécima, lograron finalmente superar los obstáculos que imposibilitaban desde hace tres años avanzar en este pacto.
En 2007, bajo el Gobierno de George W. Bush, EE.UU. ya logró un primer acuerdo tentativo con Corea del Sur, pero no se ratificó principalmente por las limitaciones surcoreanas a las importaciones de carne de vacuno y automóviles estadounidenses.
En la renegociación del acuerdo, ambos países han concertado reducir gradualmente los aranceles estadounidenses sobre automóviles coreanos importados.
En concreto, acordaron que EE.UU. mantenga un arancel del 2,5 por ciento durante cinco años sobre los automóviles coreanos, mientras que Corea del Sur recortará inmediatamente a la mitad -del 8 al 4 por ciento- sus tarifas sobre las importaciones de coches estadounidenses y los eliminará plenamente en el quinto año.
El acuerdo sobre estos aranceles era crucial para conseguir el respaldo del sector automovilístico estadounidense, de los sindicatos y de los legisladores de Michigan.
El pacto de 2007 estipulaba la eliminación inmediata de los aranceles estadounidenses sobre un 90 por ciento de las exportaciones de automóviles coreanos.
Además, Corea del Sur eximirá a 25.000 automóviles estadounidenses por fabricante del cumplimiento de sus estrictos estándares de seguridad, casi cuatro veces más que en el acuerdo de 2007, siempre y cuando cumplan las normas estadounidenses, también entre las más severas, según la Casa Blanca.
En cuanto a la carne de vacuno, otro escollo en las negociaciones, el acuerdo anunciado hoy cambia poco.
La demanda estadounidense para acceder sin restricciones al mercado surcoreano fue dejado de lado, por ahora, y se mantiene así la prohibición surcoreana a la importación de vacuno estadounidense de reses mayores de 30 meses, básicamente porque la mayoría de las exportaciones estadounidenses a Corea del Sur es de reses menores de 30 meses y por tanto el impacto económico para EE.UU. reducido.