
La nueva ministra de Medio Ambiente del ejecutivo de Rodríguez Zapatero, Rosa Aguilar, ha salido de Andalucía con la alegría de haber zanjado uno de los casos más sonados en el sur de España.
Desde que saltó la operación Malaya, las relaciones entre la ex alcaldesa de Córdoba con el constructor Rafael Gómez Sandokan han estado en entredicho. Sobre todo porque ella fue la responsable de que el dueño de Arenal 2000, actualmente en el banquillo de los acusados imputado por cohecho, levantase unas 16 naves en 2005 en 45.000 metros cuadrados sin licencia y en una zona de especial protección.
Desde esa fecha hasta ahora, tanto el pleno del consistorio cordobés como la Junta, aunque en alguna ocasión se han opuesto con la boca pequeña, han intentado por todos los medios que esas naves ilegales se legalizasen. Y la actual ministra Aguilar siempre aparecía al frente de las mayores campañas de legalización, hasta el punto de que dejó todo bien atado antes de ser nombrada por Zapatero ministra de Medio Ambiente.
Supo salirse con la suya
La Gerencia de Urbanismo de la Junta de Andalucía aprobó, hace apenas un mes y de forma provisional (falta el visto bueno del pleno del Ayuntamiento de Córdoba), un plan especial que legalizaba las naves de Colecor (empresa propietaria de las naves, vinculada con Arenal 2000, propiedad de Sandokan) y que tan sólo contempla la demolición de 15.000 metros cuadrados.
Hasta las elecciones municipales de 2007, el PSOE era contrario a la legalización de las naves y Rosa Aguilar fue perseguida por el que ahora es su partido (antes pertenecía a IU) y por algunos de sus actuales compañeros. "Después de las últimas actuaciones auspiciadas por Rosa Aguilar, parece que quien verdaderamente gobierna en Córdoba es la empresa Arenal 2000" aseguraba tajante en mayo de 2006 Francisco Garrido, diputado socialista por Sevilla.
Sin embargo, la política supo salirse con la suya al dejar la Alcaldía de Córdoba e introducirse en la Junta de Andalucía, concretamente en la Consejería de Obras Públicas, Vivienda y Ordenación del Territorio desde donde, antes de dar su gran salto a Madrid, se encargó de dejar a su amigo Sandokan con el negocio de Colecor salvado. Y fue con su aval con lo que se consiguió la aprobación, ya que en la Delegación de Obras Públicas existía un informe técnico no vinculante que era muy crítico con la situación de las naves.
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