Economía

Otras 'hipotecas trampa' del mercado

La semana pasada conocimos una sentencia que declara abusivas las cláusulas de suelo, pero hay otras modalidades de hipotecas tanto o más abusivas, como la creciente, que aplica una doble revisión de cuota y euribor, o las que financian más del 100%. Ándese con ojo.

Un juzgado de Sevilla ha declarado abusivas las conocidas como cláusulas suelo. Una letra pequeña que ha impedido a los clientes de estos préstamos disfrutar del prolongado periodo de tipos bajos, en el entorno del 1 por ciento.

Pero cuidado, porque las hipotecas con suelo de tipos no son las únicas con trampa que han hecho fortuna en estos últimos años. Hay que recordar que se siguen comercializando hipotecas crecientes, como señala Fernando Herrero, secretario general de Adicae, que pueden considerarse igualmente abusivas porque "generan una ilusión ficticia de lo que el cliente va a pagar así como incluso errores de cálculo que pueden llevar al impago de las cuotas".

El procedimiento es el siguiente. Por una parte, la hipoteca dispone de un precio convencional, esto es, euribor, por lo general, más un diferencial, que se revisa cada año, con sus respectivas subidas o bajadas. Pero por otro, y es lo que le da el carácter de creciente, también se revisan año a año las cuotas de esta hipoteca para añadirles un 2 por ciento. Es decir, si la cuota en esos momentos asciende a 1.200 euros, pasará a ser de 1.224. Así, año tras año.Un problema adicional reside en que muchas de estas hipotecas no fijan un límite a partir del cual deja de aplicarse ese 2 por ciento. Resultado: uno puede estar los 30 años de vida de su hipoteca soportando ese sobrecoste injustificado.

Tampoco son inocentes las hipotecas que han llegado a financiar más del 100 por cien del valor de tasación del inmueble con la idea de cubrir la compra de otros bienes; un coche, por ejemplo. Algo "antieconómico", dice Fernando Herrero, ya que el cliente termina pagando durante 30 años un bien de consumo, como pueda ser amueblar la casa o comprarse un coche, que se amortiza en, evidentemente, mucho menos tiempo.

Finalmente, tenemos el caso de las carencias en los préstamos, algo que, de igual forma que sucede en las hipotecas crecientes, genera falsas expectativas. Y es que las cuotas se ven sensiblemente reducidas ya que se pagan sólo intereses y no se amortiza capital, algo que no eximirá al cliente de pagar lo que quede pendiente tras esa etapa de carencia, dos, tres años o más.

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