Economía

Un día festivo a mitad de semana en la estación madrileña de Atocha

Madrid, 29 sep (EFE).- El ambiente en la madrileña estación de Atocha durante este mediodía parecía más el de un día festivo, pese a que en los tableros de información de los servicios de media y larga distancia la palabra "suprimido" acompañaba a los 14 trenes programados hasta las 15:45 horas.

En el caso de los trenes de Cercanías, fue un volante impreso el que informó a María Isabel Nieto de que debía apurar su marcha si no quería esperar una hora a que pasara el siguiente tren con destino a Alcalá de Henares.

"Me ha ido muy bien porque he hecho la huelga", señaló con gesto de satisfacción esta investigadora científica que participó desde la noche de ayer con sus compañeros en los piquetes informativos.

"Ahora me voy a mi casa a comer y esta tarde regreso a la manifestación, así que tengo que pillar este tren", dijo Nieto mientras apuraba su paso en el andén de la vía tres, pues el convoy había llegado.

Para María Isabel, la huelga sí ha sido positiva, ha tenido aceptación entre los ciudadanos y con ella los sindicatos se apuntarán un éxito.

En la misma acera está William Aponte, un emigrante que trabaja en la construcción y para quien el tren que ha llegado, así como la huelga, no le han servido de nada.

Aponte no ha apoyado una huelga que considera negativa: "He tenido que esperar mucho tiempo en las estaciones y estoy un poco aburrido con esto", dijo y agregó que se debería buscar otra forma de arreglar los problemas porque esta situación perjudica tanto a las personas como a las empresas.

En cualquier caso, Aponte tiene fe en que salga algo positivo de la jornada, aunque cree que tendrá que esperar como al tren que lo llevará hacia su casa.

La demora de una hora en el paso de su tren desesperó a Eliana Cruz, una empleada del hogar a quien la lectura no le ayudó a tranquilizarse, pese a que había salido de su casa con dos horas de antelación y ya llevaba una esperando.

"Tengo que estar a las dos en el trabajo y no sé si llegaré. No sé qué pasa: por la mañana había más transporte, pero ahora está muy lento", dijo Cruz, para quien la poca gente en los andenes de las líneas de Cercanías quiere decir que las personas han secundado la huelga.

Aunque no haya participado, para Cruz la huelga es "un grito desesperado": "Yo creo que es una forma de mostrar lo mal que están quienes protestan y lo mal que lo estamos pasando todos".

No muy lejos del lugar pasa Raúl Ruiz, otro trabajador que desde temprano ha sido miembro de un piquete en su empresa de pintura informando al resto de los compañeros sobre la manifestación, pero que no se muestra tan optimista como la otra huelguista, María Isabel.

"Yo creo que las decisiones del Gobierno están tomadas y va a ser un poco complicado que esto cambie", afirmó Ruiz y agregó que "se hace un poco de presión, que es la intención de los sindicatos, para que el Gobierno se dé cuenta de que no está haciendo las cosas en condiciones".

Raúl también tendrá que esperar a su tren, que va rumbo al sur, pero vive más cerca y afirma estar preparado para la manifestación de la tarde: "Queremos ver la repercusión que tendrá la huelga; no es la primera vez que se hace en el país".

En el acceso al servicio de Cercanías siguen estando personas de pie, algunos con expresión de resignación, a la espera de ver en los monitores el aviso de la llegada del tren que los llevará a su destino.

Por Carolina Vélez Gómez

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