
Barcelona, 24 sep (EFE).- Sólo algunos paros puntuales en empresas han ayudado a calentar el ambiente en Cataluña a escasos días de la huelga general del 29 de septiembre, mientras los sindicatos han apretado el acelerador para vencer el escepticismo y hacer llegar el mensaje de "sí, podemos" a los centros de trabajo.
"La única lucha que se pierde es la que no se libra", aseguró el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández-Toxo, en La Farga de l'Hospitalet el 14 de septiembre, durante un acto convocado junto a UGT para llamar a la movilización, y que reunió a algo más de 5.000 sindicalistas en la segunda ciudad más grande de Cataluña.
Esta frase sirve para hacerse una idea de lo que intentan los líderes sindicales catalanes en esta campaña prohuelga que están llevando a sus máximos responsables, Joan Carles Gallego (CCOO) y Josep Maria Alvarez (UG), por casi toda Cataluña.
La movilización del máximo número posible de trabajadores es clave en toda convocatoria de huelga general, pero lo es más, si cabe, en la de este 29 de septiembre, cuando se ha apoderado de muchos un cierto escepticismo hacia su efectividad, en un momento en que la crisis ha incrementado el número de parados en Cataluña hasta situarlo en 555.000.
Probablemente es por este motivo que los líderes sindicales han invertido sus esfuerzos en mostrar su convencimiento de que el Gobierno rectificará y dará marcha atrás a la reforma laboral, al menos en los apartados más polémicos como los que hacen referencia a la negociación colectiva o al abaratamiento del despido.
Por su parte, las organizaciones patronales catalanas consideran que la huelga no está justificada, y mientras que la PIMEC ha advertido de que puede provocar "una conmoción importante que empeore la situación actual del país", Fomento del Trabajo ha señalado que se trata de un paro "con motivaciones políticas y no laborales".
Los sindicatos han librado también la batalla de los servicios mínimos, conscientes de que la huelga sólo puede ganarse si se consigue paralizar los transportes públicos, dificultando así al máximo la movilidad hacia los puestos de trabajo.
En Cataluña, Govern y sindicatos han pactado que se garantizará un 25% del servicio en todos los transportes públicos -Cercanías, Ferrocarriles de la Generalitat, autobuses, metro y tranvía-, aunque sólo en hora punta (de 6.30 a 9.30 horas, y de 17.00 a 20.00 horas), de modo que no circularán convoyes durante el resto del día.
Además, la Generalitat ha establecido que el servicio lanzadera de las terminales del aeropuerto de El Prat (Barcelona) funcionará al 50% durante toda la jornada, al tiempo que se garantiza el funcionamiento normal de los servicios de urgencia, atención a los enfermos ingresados y la coordinación de urgencias y servicio de emergencias.
Los sindicatos de los trabajadores del metro y el autobús, y los de los Ferrocarriles dan por hecho un gran seguimiento del paro, pese a que los empleados de esta última empresa no han dejado de movilizarse y realizar paros puntuales hasta esta misma semana contra el recorte de sus sueldos.
En otro de los ámbitos sensibles, como el de la educación, los servicios mínimos contemplan un docente para cada seis aulas en los centros de educación infantil y primaria, así como un 25% de la plantilla en las guarderías, según un comunicado de Trabajo.
Pese a que los sindicatos mayoritarios en la enseñanza aseguran también que la participación será masiva, hay que esperar a ver cómo pesa en los docentes el reguero de huelgas que han ido protagonizando en los últimos cursos en contra de la política educativa de la Generalitat.
El ambiente, no obstante, está ya caldeado por las discrepancias que maestros y profesores mantienen con el Departamento de Educación por el calendario escolar, el recorte de salarios y otros aspectos.
CCOO y UGT aseguran que el rechazo ciudadano a la reforma laboral tendrá, a su juicio, el mismo efecto que tuvo la huelga general contra el plan de empleo juvenil que el gobierno de Felipe González intentó poner en marcha en 1988, y la que se convocó contra la reforma del mercado de trabajo José María Aznar en 2002.
Estas dos huelgas, consideradas como las más importantes de la democracia española, hicieron que los gobiernos del momento echasen para atrás sus reformas laborales.
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