Economía

El Análisis: Paro, formación y estadísticas

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero

La 'cumbre de Oslo' convocada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a la que ha asistido Rodríguez Zapatero, ha sido parca en resultados.

La recesión ha dejado tras de sí más de 30 millones de parados, de los que diez han sido aportados por España y los Estados Unidos

La súbita preocupación del FMI por el problema tiene, como denuncian los sindicatos, grandes dosis de maniqueísmo. Su director gerente, el francés Strauss-Kahn, ha lamentado la pérdida de generaciones enteras en el pantano del desempleo.

Sin embargo, aun cuando el FMI defendía en las primeras fases de la crisis las políticas expansivas, se plegó de inmediato a la voluntad alemana de dar preferencia a la consolidación fiscal, lo que ha generado un desempleo de gran envergadura. Por fortuna, no todos han imitado su ejemplo, de forma que la recuperación global viene de la mano de los países emergentes, de Japón y de Estados Unidos.

Strauss-Kahn ha puesto sin embargo sobre la mesa el tablero: ya no cabe fiar la lucha contra el desempleo al crecimiento, que seguirá siendo débil en el inmediato futuro; por el contrario, hay que recurrir a herramientas distintas para luchar contra el paro. Sobre todo -habría que añadir- en países como España en los que se han destruido irreversiblemente nichos completos de empleo.

Es preciso recurrir a las reformas estructurales -del mercado laboral para su flexibilización, de las pensiones para su sostenibilidad, del sistema energético, de la educación, etc.-.

De la vehemencia de Rodríguez Zapatero al defender la formación de los parados, que en realidad serían trabajadores para el país y por lo tanto no deberían figurar en las listas del desempleo, algunos han deducido que lo que realmente pretende el jefe del Ejecutivo es camuflar el paro insoportable eliminando de las estadísticas oficiales a quienes estén siguiendo un curso, reglado o no. Cerca de 800.000 en este momento según la última EPA.

Calibrar el problema

Si tal designio hubiera pasado por la mente de Zapatero, habría que disuadirle de inmediato por varias razones: primero, porque la marrullería contable es mala consejera a la hora de calibrar la magnitud de los problemas; y segundo, porque es irreal la afirmación de que el parado que se forma no es un parado: dejará de serlo cuando, gracias a la nueva cualificación, consiga ingresar de nuevo en el sistema productivo.

Lo que debería preocupar al Gobierno en este ámbito, el de la formación, es que España es de los países que menos gasta de la OCDE en la formación de sus trabajadores, parados o no, y que nuestro sistema educacional es insuficiente y de mala calidad. Así, en lugar de hacer cábalas para maquillar los datos, habría que plantearse una reforma a fondo del las políticas activas de empleo, incluida la formativa.

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