
Aunque la vicepresidenta De la Vega jurara y perjurara el viernes que la salida de Corbacho del Gobierno era sólo "una sustitución y nada más", le va en el sueldo, lo cierto es que en los círculos monclovitas y entre algunos destacados socialistas se insiste en que el relevo del ministro de Trabajo es el inicio del baile de esa aplazada remodelación del Gabinete, que podría cerrarse a final de año con la aparición estelar de un Manuel Chaves como maestro de ceremonias de las políticas sociales.
De creer a quienes, en teoría, presumen y deberían estar al tanto de los movimientos de Moncloa, el presidente Rodríguez Zapatero baraja premiar al presidente del PSOE con una "supervicepresidencia" de asuntos sociales que asumiría las competencias de los actuales Ministerios de Trabajo -que incluye Seguridad Social- y de Igualdad.
De esta forma, el actual vicepresidente tercero tendría, por fin, unas funciones reales para justificar su continuidad en el Ejecutivo, mientras que las políticas de empleo, que Zapatero quiere situar como prioritarias de su acción de Gobierno hasta el final de legislatura, pasarían a depender de un hombre de probada experiencia -Chaves fue ministro de Trabajo con Felipe González- y de peso en el partido.
Mientras, la desaparición de la cartera de Igualdad, que se incorporaría también al ámbito de Chaves, facilitaría el nombramiento de Bibiana Aído, una de las protegidas del presidente, como ministra de Sanidad, en sustitución de Trinidad Jiménez.
La clave de noviembre Cierto es que el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, sigue teniendo opciones, más bien como ministro de transición entre la salida de Corbacho y la crisis de Gobierno, aunque sus posibilidades parecen cada vez más debilitadas, tras el anuncio del propio titular de Trabajo de que no dejará el cargo hasta principios de noviembre, cuando la Junta Electoral publique oficialmente las candidaturas de las elecciones catalanas.
Y este anuncio de Corbacho parece ser la clave que los politólogos que se mueven en las esferas socialistas utilizan para trasladar a las últimas semanas del año el anuncio oficial de la que sería una "profunda" remodelación del Consejo de Ministros. Especialmente porque, para entonces, se conocerán ya los resultados de los comicios de Cataluña y si hay apoyos suficientes para aprobar los Presupuestos.
En ese cambio gubernamental entraría también el relevo de Cristina Garmendia al frente de la cartera de Ciencia e Innovación -dicen que Zapatero se lo prometió en julio- y el fortalecimiento del ya todopoderoso ministro de Fomento, José Blanco, que asumiría también las competencias de Vivienda y, posiblemente, escalaría a una vicepresidencia, que todos los rumores apuntan que sería la de María Teresa Fernández de la Vega.
Esta jugada a tres bandas permitiría, asimismo, a Rodríguez Zapatero cumplir con las demandas de adelgazamiento del Gobierno, suprimiendo los departamentos de Trabajo, Vivienda e Igualdad. Medida que le proporcionaría poco ahorro pero mucha imagen.
¿Y Moratinos? Pues, es verdad que está en todas las quinielas como cesante para encabezar la candidatura socialista a la Alcaldía de Córdoba. Sin embargo, fuentes cercanas al ministro de Asuntos Exteriores aseguran que "ni el se quiere ir, ni Zapatero quiere se vaya".
Otra de las incógnitas sobre la que nadie quiere pronunciarse es el futuro de Elena Salgado. Muchos apuntan que Zapatero ya no confía en la titular de Economía y que están buscando una persona de prestigio y que genere confianza para encauzar la recuperación. Sin embargo, son muchos también los que recuerdan que la ministra tiene el respaldo del otro peso pesado del Ejecutivo, Alfredo Pérez Rubalcaba (otro que apunta a vicepresidente) y que no va aceptar la salida del Gobierno de Salgado.
Éstos son algunos de los rumores más insistentes que se oyen entre los próximos, y menos próximos, al jefe del Gobierno. Claro que, como recuerdan algunas de las fuentes consultadas, de aquí a final de año "queda todavía mucho trecho, y mucho más con un presidente como éste, cuyas veleidades y giros al albur de como suene el viento le hacen tan imprevisible como difícilmente comprensible".