Economía

Obama cambia de rumbo para evitar la deriva de la economía norteamericana

El presidente de EEUU, Barack Obama. Foto: archivo.

Mientras los países emergentes cogieron carrerilla en el segundo trimestre y registraban su mayor crecimiento de los últimos dos años, en Estados Unidos cada vez más señales apuntan que la economía norteamericana tontea cada vez más con la recesión o, peor aún, con la temida deflación.

Bajo estas circunstancias, el presidente norteamericano, Barack Obama, se ha visto obligado a levantar velas y cambiar de rumbo, en un momento en que su popularidad registra mínimos y los demócratas se juegan el Congreso en las elecciones legislativas del próximo noviembre.

Hace algo más de un año, en febrero de 2009, la Administración Obama se apuntó su primer tanto al conseguir que la Cámara de Representantes diera su visto bueno a un plan de estímulo valorado en 814.000 millones de dólares, según la última revisión de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), que supondría la panacea para corregir la tremenda resaca de la crisis de crédito que ralentizó la economía mundial.

Cuatro meses más tarde, en junio de 2009, Obama sacó pecho y afirmó que pese a que la tasa de paro seguiría alta, EEUU no necesitaría un tercer paquete de estímulo fiscal. No hay que olvidar que antes de su desembarco en la Casa Blanca, la Administración Bush ya aprobó un paquete de 168.000 millones de dólares (132.500 millones de euros) que, básicamente, puso dinero directo en las manos de la clase media norteamericana. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho desde entonces.

En julio, la venta de casas usadas se desplomaba un 24,7 por ciento, la de vivienda nueva alrededor de un 12 por ciento y la revisión del Departamento de Comercio indicaba que el PIB creció sólo un 1,6 por ciento en el segundo trimestre de 2010. Además, según las estimaciones de Bloomberg, la venta de coches en agosto podría tocar hoy un mínimo de los últimos 28 años y, de momento, la tasa de paro sigue estancada en el 9,5 por ciento.

Con este panorama parece que Obama se ha visto obligado a dar la espalda a sus homólogos de la Unión Europea y distanciarse de las políticas de austeridad con el objetivo de reducir sus déficit fiscales a la mitad, algo que debería ocurrir en 2013, según lo acordado en la última reunión del G20 en Toronto.

Impuestos para la clase media

El mandatario revelaba el lunes, sin más detalles, algunas de las medidas que su Administración guarda bajo la manga, como extender los recortes en impuestos para la clase media que fueron implementados por la Administración Bush, aumentar las inversiones en energías renovables y la investigación corporativa, reconstruir la infraestructura del país e implementar recortes en impuestos para pymes.

Una hoja de ruta falta de soluciones concretas, para las que habrá que esperar "días o semanas", según Obama, que se distancia de las recomendaciones realizadas por el FMI, que a comienzos de agosto recomendó al Gobierno norteamericano moverse de manera más agresiva para controlar el déficit fiscal y la deuda pública del país sin afectar la recuperación, para cuyo efecto debería incluir medidas para aumentar los ingresos tributarios.

Claro está que con una popularidad que registra mínimos y los demócratas a punto de perder su hegemonía en la Cámara de Representantes, algo que ataría de pies y manos a Obama el resto de su mandato, una subida de impuestos para la clase media sería nefasta. Hoy sólo el 41 por ciento de la población aprueba su gestión económica, mientras ayer Obama insistía en que la misión en Irak "no ha concluido" tras siete años y medio en guerra.

La Administración Obama parece seguir los pasos del Gobierno nipón. Las autoridades del banco central japonés han decidido mantener la tasa de interés clave en un mínimo del 0,1 por ciento y extender su programa de inyección de liquidez por medio año más. Por su parte, el Ejecutivo prepara medidas adicionales para impulsar el comercio, ante la demanda de líderes empresariales que piden reducir el impacto del alza del yen, que tocaba máximos la semana pasada.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky