
Su salida adelantada y a voluntad propia del Fondo Monetario Internacional (FMI) después de tres años como director gerente, dos antes de lo estipulado, pone fin a un periodo profesional en el que inició una profunda reforma de la institución y quiso dotar a España de un mayor peso en su interior.
Durante su gestión, Rodrigo Rato llevó por todo el mundo la imagen de un dirigente español de brillante reputación y trayectoria al frente de uno de los más importantes organismos internacionales.
Cuando llegó en 1996 al Ministerio de Economía con el Gobierno del PP se marcó como objetivo inmediato el cumplimiento de los criterios de convergencia para que España accediera al euro en 1999. Y lo consiguió con creces.
De la misma forma, cuando el 7 de junio de 2004 asumió sus funciones de director gerente del FMI, en sustitución del alemán Horst Koehler, se puso como reto reformar la institución para redistribuir el poder entre los países miembros. Y también lo consiguió.
El Fondo aprobó en septiembre del pasado año en Singapur, con un amplio respaldo, la reforma estructural más decisiva de sus seis décadas de historia. El objetivo era doble: hacer más justo y equitativo el reparto de poder en la institución y ganar legitimidad como mediador económico internacional.
"Es importante que las naciones más dinámicas consigan la representación que realmente tienen en la economía mundial", declaró Rato poco antes del encuentro de Singapur.
Por fases
En una primera fase se corrigió la distorsionada representación que tenían países como China, que disponían de menos votos que Bélgica o los Países Bajos aun cuando su economía, la cuarta del mundo, duplica a las de ambos países juntos. En esta etapa, México, Turquía y Corea del Sur vieron también incrementada su influencia en las votaciones del organismo para reflejar mejor su peso en la economía mundial.
La segunda fase, actualmente en desarrollo y que deberá culminar antes de septiembre de 2008, prevé la revisión de la compleja fórmula que reparte el voto en el seno del FMI, algo que Rato ya no podrá liderar.
Aquí estarán de nuevo esos cuatro países (China, México, Turquía y Corea del Sur) y otros como Irlanda y España. Pese a que el Producto Interior Bruto (PIB) español es el octavo del mundo, en el Fondo su cuota es la decimoséptima y países como, por ejemplo, Bélgica y Holanda, gozan de mayor representación pese a que su PIB es menor. Y esto es lo que se trata de corregir.
El todavía director gerente del organismo internacional aseguró en su momento que este plan traería el cambio más significativo en la entidad en una generación, y permitirá que el proceso de gobierno sea más representativo.
Precisamente, el que ha sido el noveno presidente del FMI ha tratado durante su mandato de reducir las profundas divisiones de un organismo que necesita encontrar su lugar en un mundo, ahora que cada vez menos países acuden a él en busca de préstamos y ante la evidencia de que las grandes potencias ignoran a menudo sus recomendaciones. Pese a ello, Rato nunca dejó de hacerlas.