El fuerte proceso de inversión experimentado en los últimos años, al calor de unos resultados económicos realmente buenos y de unas condiciones financieras aún mejores, ha terminado empujando a las sociedades a unos niveles de endeudamiento elevadísimos.
Y ahora conviene controlar para evitar una sobreexposición del tejido productivo ante una subida de los tipos de interés.
"¡Dejen de endeudarse!", fue el claro mensaje que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lanzó desde su sede parlamentaria al sector empresarial español. "Las empresas deben tomar conciencia de que la tendencia de los tipos de interés ha cambiado y de que sus costes financieros van a incrementarse en los próximos años. Si no controlan ya el recurso a la financiación ajena la carga de la deuda recortará sus beneficios y afectará significativamente a sus cuentas de resultados".
El pasado mes de marzo, último mes para el que hay datos oficiales disponibles, la demanda de financiación de las empresas ya superó holgadamente la de los hogares y su ritmo de crecimiento se sitúa en el entorno del 23 por ciento, sin dar ningún síntoma aparente de desaceleración. En 2006, la demanda de crédito de las empresas ya había crecido a un aceleradísimo 28 por ciento.
Condiciones adversas
El problema es que el mensaje del Banco de España llega en un contexto en el que existen muy pocas posibilidades de que cuaje.
La primera razón es la oleada de grandes operaciones corporativas en las que está inmerso el mercado internacional, que no sirve precisamente de inhibidor del recurso al endeudamiento, especialmente entre las grandes compañías españolas. Precisamente, las que más condicionan los indicadores generales.
En segundo lugar, por la incipiente potencia inversora de sectores hasta ahora agazapados como el industrial, en general, y más concretamente el de bienes de equipo, que en plena inercia positiva no parecen muy dispuestos a levantar el pie del acelerador, aún a costa de forzar sus niveles de endeudamiento.
Un tercer factor que tampoco propicia que el mensaje del banco central cuaje es la práctica ausencia de problemas a día de hoy. Miguel Ángel Fernández Ordóñez admitió que la tasa de morosidad se sitúa en el 0,43 por ciento, un nivel históricamente bajo.
Finalmente está el aún favorable contexto de los tipos de interés. Con unos tipos en el 4 por ciento, las empresas todavía ven margen disponible para solicitar financiación a bajo coste.
Para el Banco de España esta forma de razonamiento es errónea. Fernández Ordóñez sugirió que los tipos de interés continuarán subiendo y que las cargas financieras que hoy son asumibles pueden llegar a ser menos soportables en cuestión de meses. "Sería muy positivo que el crecimiento del endeudamiento empresarial fuera más moderado durante el segundo semestre del año", deseó el gobernador del banco central.
El debate de la competitividad
Mientras se aprecia, o no, el impacto del mayor endeudamiento empresarial (50,4 por ciento de su facturación) sobre su cuenta de resultados, la principal preocupación reside en saber si pese a todo este esfuerzo inversor las empresas españolas han logrado ser competitivas.
El portavoz del Grupo Popular, Miguel Arias Cañete, subrayó que tras tres años perdiendo cuota de mercado ya se puede asumir que España necesita un reactivo para mejorar su competitividad en los mercados internacionales.
El Banco de España es menos pesimista. Fernández Ordóñez reconoció este retroceso, pero lo enmarcó en un proceso más amplio de reajuste comercial a nivel global por el insoportable empuje de las nuevas potencias asiáticas: India y China. "Todos los países occidentales han perdido posiciones y España está entre los que menos posiciones han perdido".
En todo caso, hay fórmulas para reactivar la competitividad empresarial y Fernández Ordóñez considera que los ingresos públicos dan margen para una nueva rebaja de impuestos a las empresas.
