Julio finaliza con la mayor subida de la bolsa desde mediados de 2009 y como el mejor mes de la historia, con un alza superior al 13 por ciento. En la semana, el incremento hubiera sido mucho mayor si no es por los datos sobre el crecimiento americano, que apuntan a una recuperación de la economía mas frágil de lo previsto.
En Europa, pero sobre todo en España, los test de estrés de las entidades financieras crearon la ilusión óptica de que las cosas comenzaban a mejorar por primera vez. Todo quedará, sin embargo, en el anhelo, un sueño de verano.
Ya se vio el lunes, el primer día de mercado tras la publicación de los famosos test. El mercado se mantuvo plano casi toda la jornada, hasta que el estirón de las ventas de viviendas en Estados Unidos provocó que girara al alza. Este buen dato americano y el publicado al día siguiente, crearon el clima propicio para que los mercados mantuvieran, gracias a los test de estrés, su buen tono hasta el jueves. El Libro Beige que elabora la Reserva Federal adelantó en esa fecha una frágil mejoría, que confirmó ayer la revisión a la baja del crecimiento en los últimos trimestres. Los mercados volvieron de nuevo a frenarse prácticamente en seco, si no es porque el índice de confianza dio algo de fuerza a los valores cotizados.
En resumen, por si se ha perdido entre tanto dato, la bolsa se ha movido más al son de la economía americana que de la reválida de los bancos. La semana de los test se saldó con un alza baladí del 1,07 por ciento. No parece que sea para un optimismo desbordante.
¿A qué se debe, entonces, el optimismo de los mercados en julio? Uno de los motivos es el buen resultado empresarial, y los otros son la relajación de las primas de riesgo a pagar por la deuda soberana de los países de la zona euro, y la mejora de perspectivas sobre el sector bancario.
El ejercicio de destape del sector bancario muestra que no estaba tan mal como se creía. Que toda la reestructuración en España no llegue a 20.000 millones es una buena nueva, siempre que sea verdad. Pero el descubrimiento no nos sacará del apuro económico.
Si la economía americana se detiene y las europeas no ganan impulso, podemos volver a la casilla de salida de 2008. Los test de estrés se habrán olvidado en unas semanas, y sentiremos el vértigo de precipitarnos al vacío.
Por eso es importante, que los gobiernos no pierdan el impulso reformista, como volvió ayer a pregonar Zapatero después del Consejo de Ministros. El presidente ya dijo en el Debate sobre el Estado de la Nación que haría reformas "me cueste lo que me cueste". Pero en la primera ocasión que ha tenido ha incumplido su promesa.
La reforma laboral pasó esta semana el examen del Congreso con más pena que gloria, ya que se introdujo como causa objetiva del despido una laxa apelación a "la obtención de pérdidas futuras". A cambio, se suprimió la referencia prometida por el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, de que estar en pérdidas durante seis meses sería suficiente.
La ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, tuvo que pasar el bochorno esta semana de retirar las ayudas que defendió con fervor para la vivienda en alquiler con opción a compra, así como las directas para la adquisición de VPO, dos de sus propuestas estrella.
Si no que le pregunten a Pepe Blanco. El titular de Fomento corta obras de carreteras y ferrocarril que él mismo anunció ante la incredulidad del respetable, como la del AVE entre Ávila y Segovia. El tijeretazo en Fomento es tan profundo, que más de un constructor pone el grito en el cielo porque no hay dinero ni para reparar el firme de algunas carreteras estropeadas este invierno por la nieve.
La impresión es que se recorta donde más duele, en aquellas materias creadoras de empleo, en lugar de atajar el gasto corriente de las administraciones. Zapatero cree que sus reformas son suficientes, pero son justitas. Moody´s advirtió ayer que bajará el rating de la deuda española si no hay más cambios. Con el riesgo de recaída exterior y las reformas por hacer, aún queda el test de estrés de los test de estrés.
Amador G. Ayora, director de elEconomista.