
"Desde septiembre del 2007 la economía planetaria ha comenzado un declive continuado, progresivo, imparable, un declive hacia la desconfianza, la desconfianza de todos hacia todos y hacia todo. Obviamente esa pérdida de confianza se ha manifestado, ha eclosionado. Se ha resumido, ¿dónde si no?, en el lugar en el que se concentra la esencia y el desempeño del modelo aún en curso, en aquello que posibilita la existencia del modelo: en lo financiero", señala el catedrático de estructura económica Santiago Niño Becerra, que analiza los resultados de las pruebas hechas a los bancos europeos.
Según el experto de la Universidad Ramón Llull, los test de estrés son "la última oportunidad para transmitir la idea de que todo va bien porque todo está bajo control debido a que todo está sano: ¿alguien dudaba de que los resultados de los tests iban a ser magníficos?", se pregunta en el último artículo de su blog, La Carta de la Bolsa.
En esas pruebas se han supuesto cosas, "pero hay cosas que no se han supuesto, ¿o si?. Veamos. A las entidades financieras les deben, y mucho empresas, familias, instituciones, Estados, incluso partidos políticos. ¿Qué sucedería si esas empresas dijesen que no puede pagar el 10% de lo que deben?, ¿y si fuese el 15%?", comenta.
Ojo con las valoraciones
Más allá de las cifras de ratios de capital que se han obtenido, persisten las dudas. "Las entidades financieras poseen activos que tienen contabilizados a unos valores, ¿son esos valores el fiel reflejo de lo que hoy el mercado diría que valen?", razona Niño Becerra.
Además, los tests llevados a cabo por la UE "se basan en suponer un pequeño maremoto económico en la economía europea, pero dan por supuesto cosas que no han sido explicadas, por ejemplo, se ha dado por supuesto que el resto del mundo, EEUU en particular, va a seguir una senda de recuperación, también que las cosas, los bienes, los servicios, la producción, los activos, van a continuar valiendo lo que se dice que valen, excepto viviendas y oficinas, pero se ha supuesto que los alquileres no van a derrumbarse, y también se ha supuesto que las entidades financieras van a poder devolver sus propias deudas", enumera el catedrático.
Es decir que desde el punto de vista de Niño Becerra hay muchos supuestos a los que no se ha dado una explicación.
Centrados en un futuro negro sin analizar ni presente ni pasado
Otra de las cosas que llaman la atención de Niño Becerra es que estas pruebas fueron concebidas para, basándose en el estado actual de las entidades, prever cómo reaccionarían en el futuro "si sucediesen unas cosas horrorosas que, se ha dado por supuesto, no van a suceder; en resumen, para ver que sucedería en las entidades financieras escudriñadas si las cosas iban a peor".
Pero lo que no entiende el catedrático es por qué las dudas sobre el presente de los bancos teniendo en cuenta que las pruebas "sólo han puesto sobre la mesa qué sucedería si, no examinaban el presente, ni por supuesto el pasado de las entidades; por tanto, ¿por qué los temores en el presente si ese presente es de cine en comparación con ese tremebundo futuro supuesto?", ironiza el catedrático.
Otra de las cosas que hay que tener en cuenta antes de lanzar las campanas al vuelo, especialmente en el caso de España, es que supuestamente los test han examinado el 95% del sistema financiero español y en el resto de Europa el 50%. Pero la cruda realidad es que eso no basta, ya que se habla del "volumen, no del número de entidades, y eso no se ha aclarado, y tiene su miga: ¿recuerdan la que lió Northern Rock?, y eso que por tamaño era un banquito".
Por otro lado, queda lo obvio: la filosofía de los tests ha sido idéntica en cada país, "pero los supuestos realizados han sido muy, pero que muy diferentes, ¿por qué?, ¿por qué no fueron fijados los mismos supuestos a realizar?, y más aún, ¿por qué no ha sido puesto más de manifiesto este extremo?", cuestiona Niño Becerra, que además se pregunta "¿en qué cajón de la mesa está la pasta que equivale a ese 6%?" de Tier 1 que exigían las pruebas.
Demasiados puntos oscuros sobre los que aún hay que arrojar luz.