Teresa Bouza
Washington, 31 may (EFECOM).- Cuando Paul Wolfowitz desembarcó en la presidencia del Banco Mundial hace hoy un año existía el temor a que impulsase cambios radicales en la organización, ahora, sin embargo, cunde la preocupación por su aparente lentitud y hermetismo.
Las críticas al que fuera número dos del Pentágono y uno de los principales artífices de la guerra en Irak llegan de distintos frentes: desde el propio Banco Mundial (BM), hasta el mundo académico y las organizaciones no gubernamentales (ONG).
"Un año después de su llegada, diría que existe una gran confusión", aseguró a Efe Alison Cave, presidenta de la Asociación de Empleados del BM, que representa a los alrededor de 10.000 trabajadores de la institución.
Cave culpa al directivo de 62 años de no mantener una comunicación fluida con los empleados, de confiar "sólo" en un reducido grupo de asesores externos que llegaron con él al Banco y de tener ideas grandiosas pero no prestar atención a los detalles.
Destacó que Wolfowitz todavía no ha aclarado cuáles son exactamente los criterios de su lucha contra la corrupción.
Esa campaña, uno de los sellos de su primer año de mandato, cobró fuerza a partir de enero, cuando Wolfowitz sorprendió al decretar la congelación de préstamos millonarios a la India, Bangladesh, Kenia, Chad y Argentina por supuestas irregularidades.
El idealista mensaje de "tolerancia cero" con la corrupción, que según algunos analistas recuerda a la retórica antiterrorista de "con nosotros o contra nosotros" de la Casa Blanca, todavía no se ha materializado en una estrategia definida que establezca los parámetros para cancelar la ayuda.
Esa lentitud a la hora de articular una visión clara para el Banco es la que atraído mayores críticas, aunque algunos como Kenneth Rogoff dicen entender que Wolfowitz ande con pies de plomo.
"Es un hombre muy inteligente, pero su falta de experiencia en temas de desarrollo no le ayuda a hacerse con el control de una organización gigantesca como el BM", dijo a Efe el profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI.
"No lo culpo por ir despacio", dijo Rogoff.
Pese a entender los desafíos, distintos observadores creen que el primer año de Wolfowitz al frente del Banco Mundial ha sido una sucesión de "oportunidades perdidas".
"Su primera semana, cuando anunció que Africa sería su principal objetivo, fue muy prometedora", dice una profesora de Washington que conoce a Wolfowitz personalmente y solicitó el anonimato.
La experta indica que la cancelación de la deuda a los países pobres que se concretó este año bajo la batuta de Wolfowitz, fue en realidad idea del primer ministro británico, Tony Blair.
"Esperaba que tuviese una visión más innovadora", apuntó la académica.
Añadió que el presidente del BM no ha dicho cómo pretende impulsar el crecimiento en Africa y que la campaña anticorrupción "es una buena idea que se está implementando mal, al no demandar una mayor participación de los países afectados y tener un enfoque muy centralista".
Las ONG tampoco se deshacen en elogios, y eso a pesar de que aplaudieron sin reservas la cancelación de la deuda a un grupo de 17 países muy empobrecidos, que abre la puerta a la condonación de hasta 37.000 millones de dólares a unas 40 naciones.
"El hecho de que la corrupción centre toda la atención ha relegado a un segundo plano asuntos igualmente cruciales como la cuestionable eficacia de las propias políticas del Banco en el mundo en desarrollo", dijo a Efe Rick Rowden, analista de la ONG ActionAid International USA.
Rowden cree que los países que han tenido una mejor evolución en los últimos 20 años son los que han rechazado las recetas del Banco Mundial, algo que según él debería forzar al organismo a un profundo análisis.
En medio del coro de críticos, Riordan Roett, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) en Washington, sale en defensa de Wolfowitz.
"No aprobé su papel en el Pentágono pero hay que reconocer que está trabajando duro para convertirse en un buen funcionario internacional", opinó Roett. EFECOM
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