"Nací, como la mar, de la noche profunda...". Apenas unos meses después de aquel 15 de junio en el que los españoles votaron tras décadas de dictadura, Vicente Aleixandre recibía el Premio Nobel de Literatura. Para cuando recogió el galardón en Estocolmo, allá por el mes de diciembre, España ya tenía un Gobierno de pleno derecho presidido por Adolfo Suárez y podía presumir de que, como la mar, su joven democracia había nacido de la oscuridad.
También pudo alardear -aunque no imaginamos a Aleixandre en ello- de que dos meses antes, concretamente, el 27 de octubre, las fuerzas presentes en el Parlamento -aún no se fiaban de la patronal y los sindicatos- firmaron el Plan de Saneamiento y Reforma Económica, más conocido como los Pactos de Moncloa, y embrión del milagro económico que ha protagonizado España en estos 30 años que nos separan de aquellos primeros comicios.
Los comienzos
Básicamente, aquel plan ideado por el entonces vicepresidente económico, Enrique Fuentes Quintana -fallecido la semana pasada-, buscaba atajar la profunda crisis económica en la que andaba sumido el país.
Si difíciles fueron los primeros pasos de la democracia, mucho peores fueron los de la economía: un PIB devastado -de apenas 55.000 millones de euros, más o menos lo que costaba en capitalización ayer en Bolsa una compañía como Iberdrola-, una inflación entre el 30 y el 40 por ciento -ahora nos quejamos cuando supera el 3 por ciento- y una tasa de paro engañosa -del 5,69 por ciento, pero entonces no trabajaba casi ninguna mujer y no se les consideraba población activa-.
Hoy, tres décadas completas más tarde, el PIB está a punto de rebasar el billón de euros y, cada vez que sale de España, Zapatero alardea de que vamos a superar en riqueza nacional a Italia y que, por lo tanto, estamos cerca de tener derecho a entrar en el G-8, el grupo de los ocho países más poderosos del planeta. Es decir, que en 360 meses la economía española ha multiplicado su valor por 20.
Pero ayer como ahora lo que realmente preocupaba era la inflación. Los Pactos de la Moncloa tenían una obsesión, disfrazada de lo que se denominó medidas estabilizadoras de la economía: la moderación de los precios, tanto en los salarios como en el conjunto de los servicios. Además, el primer Gobierno de Suárez inició el camino de las reformas, las fiscales y las laborales y, obviamente, la apertura al exterior que no se culminaría realmente hasta nuestra entrada en la Unión Europea el 1 de enero de 1986, casi 10 años después de que empezáramos a ser democráticos.
Y sí, la inflación se controló más o menos, aunque si vamos al Instituto Nacional de Estadística y comprobamos en cuánto se ha incrementado el Índice de Precios al Consumo desde junio de 1977 a mayo de 2007 (último dato disponible), comprobamos que la subida global es de un 626,4 por ciento. Que es lo mismo que decir que se ha multiplicado por siete.
La vida de entonces
¿Es eso cierto? Quizás el INE se quede algo corto -también dijo que en el año de la entrada del euro la inflación no pasó del 4 por ciento-. Depende de lo que miremos. En el gasto en comida, desde luego que sí es poco ese 600 por ciento de incremento. Un estudio realizado por la revista Ciudadano estimaba el gasto anual en alimentación de una familia de cuatro miembros en 643 euros en 1976.
Según la última estadística del Ministerio de Agricultura, cada español destinó 1.900 euros a comprar alimentos y bebidas en 2006. Si sumamos a cuatro ciudadanos, los 7.100 euros resultantes multiplican el gasto por 11.
Peor, mucho peor, es el panorama de la vivienda. Un piso de los más caros de hace 30 años se pagaba a 169 euros el metro cuadrado. La última media publicada lleva hasta los 3.773 euros el precio del metro en la Comunidad de Madrid -sería mucho más alta si sólo tomáramos la capital-. En suma, este polémico indicador se ha multiplicado por 20.
Gasolina 14 veces más cara
Salgamos de casa y cojamos el coche. En 1977 hubiera sido casi con toda seguridad un Seat 127, del que se vendieron nada menos que 100.000 ejemplares a un precio de 2.100 euros aproximadamente. Hoy día, el coche más vendido en España es el Renault Megane, del que se entregaron unas 92.000 llaves en 2006 a un precio medio de 15.000 euros. En la gasolinera, el litro de normal nos hubiera costado 12 céntimos... Ahora cuesta casi 14 veces más.
¿Y cuánto ganamos los españoles para afrontar tanto derroche? Según un estudio realizado por el BBVA, la renta media disponible por habitante de 1977 era de 6.700 euros anuales. Y, cogiendo el último dato del INE de renta per cápita correspondiente a 2006, la media nacional es de 22.152 euros, apenas tres veces por encima...
Contradicciones de la estadística, porque pocos españoles, nostálgicos de naftalina aparte, podrían asegurar que hoy se vive peor que en 1977 o que en sus años precedentes. El camino ha sido largo y, como diría Aleixandre, "el pie breve, la luz vencida alegre".