Economía

Bruselas evita hablar del rescate de España pero la mantiene bajo vigilancia

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Foto: Archivo

La canciller alemana Angela Merkel explicó ayer, al término de la cumbre que mantuvieron en Bruselas los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países de la UE, que José Luis Rodríguez Zapatero y sus homólogos griego y portugués presentaron al resto de sus pares las medidas que están adoptando para evitar la quiebra de sus respectivos Estados.

En público, todos los líderes europeos se deshicieron en elogios hacia España, Portugal y Grecia. "Lo contrario no hubiera sido ni útil ni sensato", explicaron fuentes comunitarias. Pero lo cierto es que la reunión de ayer demostró, una vez más, que los tres países siguen estando sometidos por sus socios comunitarios a una evaluación continua, y en cada cita de la UE deben dar explicaciones de las iniciativas en curso.

Durante la cumbre, fuentes del Gobierno español filtraron que Santander y BBVA eran las entidades con mejor calificación de unas pruebas de resistencia a la crisis (test de estrés) realizadas recientemente a los 25 bancos mayores del Viejo continente. Moncloa utilizaba la solvencia de los dos Goliats de la banca española para intentar esconder el riesgo de quiebra de los presupuestos públicos.

Al mismo tiempo, España impulsó ayer un pacto entre los Veintisiete para publicar los resultados individuales de los citados test de estrés. El Banco de España había anunciado en la víspera que publicaría los resultados de la banca española, para recuperar la confianza de los mercados.

Puñalada de Madrid a Berlín

La presión española para forzar la publicación de estos test de estrés además contenía un ingrediente de venganza contra Alemania, el origen de las primeras filtraciones según las cuales el Estado español necesitará recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacionalo (FMI) y de la UE para evitar la quiebra de sus finanzas públicas.

Tanto en Madrid como en Bruselas se da por hecho que, a través de esta maniobra, Berlín quería desviar la atención internacional hacia España, para evitar que los miedos y la desconfianza que cunden en la actualidad por los mercados se centren en los problemas de su sistema bancario.

Oficialmente, tanto en la víspera de la cumbre como al final de la misma, las diferentes delegaciones de los 27 se esforzaron en evitar que entre la opinión pública y los mercados calara la impresión de que esta cita estaba centrada en los acuciantes problemas de los tres Estados más cuestionados: Grecia, Portugal y España.

El conservador belga Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, comenzó su intervención asegurando que, por primera vez en lo que va de año, esta cita se celebraba sin que hubiera ninguna crisis ni ningún fuego urgente por apagar. Desde febrero, estas reuniones han estado protagonizadas por las negociaciones del plan de rescate de Grecia, y del fondo al que podrían acogerse España y Portugal. Y el orden del día teórico de la reunión se limitaba a terminar de pactar una estrategia europea de reformas económicas a medio y largo plazo, con el horizonte puesto en el año 2020.

Zapatero aconseja a Cameron

Tras más de un año evitando meter la tijera al gasto público, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, ha aprendido que cuanto antes se obedezca a las recomendaciones europeas, mejor.

Así, en su primera reunión con el primer ministro británico, David Cameron, Zapatero le recomendó que apruebe las medidas de ajuste y reformas para reducir el déficit que está preparando cuanto antes y que sean lo más amplias posibles. Mientras, Cameron valoró positivamente las medidas adoptadas por España.

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