Economía

...y lleva la desesperación a los inversores

El Ibex 35 retrocede un 6,64% y la prima de riesgo española vuelve a superar los 100 puntos básicos

Lo poco gusta. Pero lo mucho cansa. Y a los inversores se les está agotando la paciencia con España y con Europa. Están hartos de los cambios de opinión, las improvisaciones, los rumores y las matizaciones a las medidas anunciadas. De los complejos de los líderes españoles y europeos, cuya indecisión clama al cielo en un momento que requiere más contundencia y determinación que nunca. Pero así son las cosas. Mientras los políticos nacionales y continentales y los técnicos, como los miembros del Banco Central Europeo (BCE), continúan inmersos en sus batallitas de poder, en los mercados se libra la verdadera guerra. Y España y Europa están cosechando una derrota contundente.

Como la sufrida ayer. El Ibex 35, el índice de referencia de los mercados españoles, se desplomó un 6,6 por ciento, la caída más abultada desde octubre de 2008. Es decir, desde el histórico terremoto financiero provocado por la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers. Un buen precedente para entender la gravedad del momento actual. Y la enésima confirmación de la extrema susceptibilidad que reina en el parqué. "Los inversores no tiene demasiado claro hacia dónde va esto, y eso hace que haya mucha gente esperando tanto para entrar como para salir, así que ante cualquier dato, resultado o noticia se puede disparar el mercado para un lado o para el contrario", explica Ángel de Molina, de Tressis.

Todo en contra

¿Qué suceso desencadenó semejante descenso? Ninguno en concreto, pero todos a la vez. "No hemos visto ninguna noticia nueva que explique la caída del Ibex, pero hay mucho nerviosismo. El problema de la situación es que no hay ningún catalizador a corto plazo que permita salir de la inestabilidad y parece que los mercados internacionales no se acaban de creer las medidas que ha propuesto Zapatero", reconoce Lucas Monjardín, de Capital at Work.

Sí hubo una gota que colmó el vaso de la paciencia inversora: el dato de inflación conocido ayer en España. Preocupó por las dos caras que mostró. Por un lado, la cesta de la compra se encareció en abril un 1,5 por ciento con respecto al mismo mes de 2009, un aumento derivado de la subida del petróleo. Por otro, la inflación subyacente, es decir, la que no tiene en cuenta los precios de los combustibles y los alimentos frescos por su volatilidad, se situó en negativo (-0,1 por ciento) por primera vez en la historia. ¿Qué implica? Que el consumo sigue bajo mínimos. ¿Algo más? Sí, que acecha el fantasma de la deflación o caída de los precios. "Es muy pronto para hablar de deflación, pero el nerviosismo reinante en los mercados hace que su lectura fuera negativa y, por tanto, que el Ibex cayera más", explica Ricardo Sánchez, de Gestiohna.

A la desconfianza generada por la marcha de los precios se unió que el BCE se mostró menos activo ayer en lacompra de deuda española. Ambos elementos provocaron que la prima de riesgo, medida por la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, repuntara hasta los 109 puntos básicos -ó 1,09 puntos porcentuales-, después de que el pasado miércoles se moderase hasta los 97 puntos básicos. Además, el seguro contra el impago (CDS) de la deuda española subió de los 126 a los 143 puntos básicos.

¿Y qué hay de las medidas adoptadas por las autoridades europeas el pasado fin de semana? Los analistas coinciden en que van en la buena dirección, pero que aún hay mucho trabajo por hacer. "Que se haya dado ese paso, no significa que se hayan despejado todas las incertidumbres. En el corto plazo, y hasta que se vayan despejando estas incertidumbres, los especuladores pueden seguir haciendo ruido aunque les hayan puesto tierra de por medio", razona Ricardo Sánchez.

Pero hay más. El mercado también está descontando que la reducción de los déficits retardará la recuperación. "Los planes de recorte de gasto en los países más amenazados (Grecia, Portugal, España, y en breve, Italia y Reino Unido) van a mermar el crecimiento europeo y alargarán los plazos de recuperación definitiva", expone Daniel Pingarrón, analista de IG Markets.

Y como remate, la banca

Para que no faltara de nada, la banca puso la puntilla. Sufrió en bolsa por el desconcierto que generan las investigaciones que están llevando a cabo las autoridades estadounidenses sobre varias de las principales entidades norteamericanas. El contagio de esta incertidumbre, sumada a la que inspira la situación española, provocó que Popular y Santander cayeran más de un 8 por ciento y que BBVA cediera un 7,6 por ciento.

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