En la arena de la economía internacional, a José Luis Rodríguez Zapatero le dejan sólo o mal acompañado.
Este martes compareció en Bruselas ante la prensa internacional tras reunirse con el conservador belga Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo; y con el conservador portugués José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europeo.
Ninguno de los dos responsables comunitarios le arropó en una intervención en la que fue presentado como primer ministro español: quedó muy claro que aunque el Gobierno español ejerza la presidencia semestral de la UE, no habla Zapatero en nombre de sus 27 homólogos europeos.
En enero, Zapatero acudió a Davos para -como ayer en Bruselas- intentar lavar la imagen de la economía española ante la cúpula empresarial y financiera reunida en el Foro Económico Mundial.
La puesta en escena asemejaba a un banquillo de los acusados que compartió con el presidente de Letonia -país líder del paro en la UE-, y con el primer ministro de Grecia, quien aún negaba que su Estado negociara con París y Berlín un rescate para evitar su quiebra.
