Economía

El adiós de Blair deja en el 'olvido' su legado económico

El primer ministro de Reino Unido ha confirmado hoy su dimisión, que se hará oficial el 27 de junio. Foto: Archivo
Tras aferrarse al poder durante meses cuando desde dentro y fuera del Partido Laborista pedían su cabeza, Tony Blair ha anunciado oficialmente que abandonará el cargo de primer ministro el próximo 27 de junio para ceder el puesto a su sucesor, el ministro de Finanzas, Gordon Brown. El traspaso de poderes podría ser un hecho probablemente dentro de siete semanas.

Los laboristas afrontan su menor índice de credibilidad desde que Blair llegara al poder hace diez años. Toda una década en la que sobre todo ha habido logros económicos ahora ensombrecidos tras una guerra, la de Irak, que el pueblo británico no quería.

Excelente trabajo en materia económica

Blair se va y deja tras de sí el mayor crecimiento ininterrumpido de un país europeo con un PIB de media del 2,5 por ciento; una tasa de paro del 5,5 por ciento, una de las más bajas de Europa; con una deuda pública muy inferior a la de 1997 y, con 85.000 nuevas enfermeras y 36.000 nuevos profesores. Pero, ¿es todo esto mérito de Blair?

Para el jefe economista del centro de investigación económica Economist Intelligence Unit, Philip Whyte, este avance del Reino Unido se debe en gran parte a un ciclo macroeconómico positivo que los laboristas "heredaron" de la época Thatcher. El crecimiento de la economía ha sido ininterrumpido desde 1992 y el paro era del 10,7 por ciento en enero de 1993 y del 7,2 por ciento en 1997, cuando los laboristas llegaron al poder. "El empleo ha crecido, pero de forma inferior a la mano de obra, que ha aumentado considerablemente como consecuencia de la inmigración", advierte Whyte.

Los éxitos de su sucesor

Su ministro de Economía y sucesor, Gordon Brown, es el verdadero artífice de la política económica del Gobierno laborista. Y si se tiene en cuenta que ha sido el ministro de Finanzas británico que ha tenido más independencia respecto al primer ministro, Blair no ha sido el principal instigador de estos éxitos.

Si bien el crecimiento del PIB, la menor inflación y el descenso del paro son fruto de un panorama macroeconómico era favorable a los laboristas, sí que han sido claves dos decisiones que tomó Brown al día siguiente de asumir la cartera de Finanzas. La primera fue hacer independiente el Banco de Inglaterra, con lo que la política monetaria quedó alejada de las manos de los políticos. Y la segunda, fue crear un comité imparcial que marcara las normas sobre competencia.

Lo único en lo que Brown ha dejado decidir a Blair fue en el aumento del gasto público en Educación y en Sanidad, que fueron los dos ejes centrales del programa del Nuevo Laborismo. Y en este sentido el gasto público ha crecido considerablemente. El servicio ha mejorado, pero Blair se ha encontrado con el problema de que para los británicos los beneficios no son proporcionales a la subida de impuestos que han sufrido sus bolsillos.

En estos diez años el gasto público ha pasado del 38 por ciento del PIB (en 1997) al 45 por ciento (en 2004), un aumento altísimo en muy poco tiempo. Los expertos consideran que esto puede tener consecuencias a largo plazo en el sistema de pensiones.

Subir la edad de jubilación de forma progresiva hasta los 67 años es otro de los legados que deja Blair, y que tendrá que gestionar Brown si es capaz de recuperar la confianza de los británicos en el laborismo.

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