
¿Quién no ha oído hablar del sueño americano? El genuino ideal creado por EEUU y exportado allende los mares. El anhelo de muchas de las personas que en su día emigraron al país del rodeo y las grandes superficies comerciales para labrarse una vida mejor... Pero el sueño a veces puede convertirse en pesadilla y este doble filo se ha puesto de manifiesto en una de las más típicas prácticas estadounidenses: una demanda.
La historia comienza cuando Roy Pearson, un juez de Washington, llevó a arreglar sus pantalones favoritos a la tintorería del matrimonio Chung. Quería que estuvieran impecables para su primer día en el tribunal.
65 millones de dólares
Cuando fue a recogerlos, no estaban y, en vez de pedir la hoja de reclamaciones, Pearson decidió demandar a la pareja coreana por la astronómica cantidad de 65,5 millones de dólares. De esto hace ya dos años. El próximo mes de junio, un juzgado será quien incline la balanza a favor del sueño o de la pesadilla.
Dejando a un lado la catadura moral del demandante y sus razones para acometer el litigio -"daños emocionales y malestar"-, sin duda se trata de una buena forma de rentabilizar unos pantalones que, por cierto, costaron 800 dólares. La polémica se ha desatado debido al origen humilde de la pareja de coreanos, pero Pearson no es, ni mucho menos, el primero que acude a la vía judicial para llenarse los bolsillos.
Un café demasiado caliente
De hecho, el caso más sonado es el de Stella Liebeck, una mujer que en 1992 reclamó a McDonalds 2,7 millones de dólares por servir el café demasiado caliente. Liebeck conducía con el vaso de café entre sus piernas cuando el líquido se derramó y la quemó. Finalmente, se llevó sólo 480.000 dólares, pero sentó precedente.
10 millones por copiar su nombre
Otra demanda curiosa es la que acusa a Viacom. Un tipo de Montana cambió su nombre por el de Jack Ass en 1997 como parte de su campaña para advertir del peligro de conducir ebrio. Tres años más tarde, la cadena MTV lanzó su famosa serie Jackass, en la que los protagonistas realizaban actividades dolorosas o peligrosas sin motivo aparente.
En respuesta al "plagio" y a la "difamación de su buen nombre", Jack decidió demandar al gigante de la comunicación por unos 10 millones de dólares. No se sabe con certeza si llegó a admitirse a trámite.
Pagar el dolor de espalda
Los tarros de pepinillos pueden ser peligrosos. Al menos para Cheryl Vandevender, que se hizo daño en la espalda al abrir uno en su trabajo. Su empresa no respetó la prescripción médica que decía que la empleada no podía cargar peso y la despidió. En respuesta, ella les demandó, ganando cerca de medio millón de dólares -dos millones y medio menos de lo que pedía-.
Una demanda con mal final
La historia de Bernie Casson es más bien triste. Este hombre de Illinois demandó a un club de striptease por daños y prejuicios después de que una de sus chicas, apodada 'cervatilla pechugona' por sus grandes atributos físicos, le magullase en un arrebato de pasión. La denuncia fue el comienzo de su via crucis particular: le costó su reputación, su dinero -perdió el caso y se arruinó- e incluso su vida -acabó suicidándose tres años después-.
Rebajas encarnizadas
Un intento infructuoso fue también el del matrimonio Wells. Esta pareja demandó a la cadena de tiendas JC Penney por 600.000 dólares. El motivo, la mujer mantuvo una pelea con otra cliente durante una intensa jornada de rebajas y culpó a la tienda de las lesiones recibidas. El juzgado desestimó la causa aduciendo que la empresa no podía ser responsabilizada por las "batallas campales de las rebajas post navideñas".