Industria y construcción mejoran sus expectativas, pero se mantienen muy alejados de la estabilidad. La leve recuperación de los servicios se estanca en el primer bimestre en cifras del -20 por ciento.
Es un lugar común entre los economistas que, para remontar una crisis, además de la formulación y puesta en marcha de reformas profundas y de ajustes, se requerirá de una buena dosis de fe por parte de los agentes económicos. Lo que comúnmente se llama inspirar confianza y de la que depende la asunción de riesgos por parte de los empresarios y la decisión de gasto de los consumidores. Los datos no van por ahí. Por el contrario, en España no estamos sobrados de ella.
Los indicadores de confianza (cabría decir de desconfianza) en el ámbito económico apuntan a que los agentes directamente interesados en los diversos sectores del tejido productivo no presentan resultados aleccionadores y se sitúan muy por debajo de los niveles de equilibrio, aunque, por tratarse de índices cualitativos, además del dato preciso hay que observar la tendencia. Y en este sentido, el resumen podría ser: prima la desconfianza, pero con una tendencia a la mejora de expectativas.
Indicadores 'emocionales'
El primer indicador cualitativo con el que nos encontramos para pulsar esa economía emocional es el Índice de Sentimiento Económico, que es un indicador generalista elaborado por el Ministerio de Economía. Su evolución a lo largo de 2009 y comienzos de 2010 ha mejorado 11,1 puntos, al pasar del 78,5 por ciento en el segundo trimestre de 2009 a 89,6 puntos en febrero de este año. No obstante, está por debajo del nivel 100 en el que se sitúa la referencia entre 1990 y 2009. A lo largo del año pasado el sentimiento económico ha sido menos depresivo que la propia actividad, pero en febrero de 2010 las dos tendencias convergen.
Los demás indicadores cualitativos son sectoriales. El Indicador de Confianza Industrial se expresa en tasas de variación anual. En febrero de 2010 señalaba un caída del 21,3 por ciento, que es muy profunda, pero es menor que las registradas a lo largo de todo el año 2009, en el que se inició con un retroceso del 35 por ciento. La media de caída el año pasado se situó en el 31,2 por ciento, de lo que cabe deducir que los industriales perciben mejores expectativas, pero éstas están lejos de un nivel aceptable. Si tomamos este indicador de confianza y lo contrastamos con el nivel de la cartera de pedidos (que es un indicador adelantado de actividad), comprobamos que la desconfianza está bastante justificada, ya que esta rúbrica está en el -50 por ciento.
En una situación mucho peor se encuentra el Índice de Confianza de la Construcción, el sector que ha corrido con el mayor desgaste en la crisis. Los agentes de este sector no sólo no ven la luz, sino que en el último dato, que es del mes de febrero, advierten una caída del 30,7 por ciento, seis puntos mayor que en diciembre de 2009 y prácticamente la misma que en la media del año pasado.
Los servicios, sin pulso
El Índice de Confianza de los Servicios, según el Ministerio de Economía, también ha sufrido un frenazo en los dos primeros meses de este año, marcando un estancamiento en su evolución desde prácticamente el tercer trimestre de 2009, pero siempre en cifras negativas. El sector deambula por el -20 por ciento desde hace más de cinco meses. Dentro de este sector, el Índice específico del Comercio Minorista es el que ha tenido un comportamiento un poco más aleccionador, ya que en el periodo enero-febrero de este año se anota un -15,9 por ciento, que parecería muy malo sino fuera porque tres meses antes apuntaba el -22,1 por ciento.
Queda un último indicador cualitativo, que es el que elabora el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de Confianza de los Consumidores. Aquí también se observa una cierta recuperación en los últimos meses a pesar de seguir sumergido en cifras negativas.
En el primer bimestre del año, el indicador se sitúa en -16,4 por ciento, que hay que poner en relación con el -19,9 por ciento registrado en el cuarto trimestre de 2009 y con el -28,2 por ciento del promedio del año pasado.
La lectura práctica de los indicadores de confianza merece ser cotejada con, al menos, varios datos reales de la economía: por un lado, con la creación de sociedades, las ampliaciones de capital y la disolución, que en sus últimas expresiones apuntan caídas interanuales del 3,6 por ciento y del 6,3 por ciento en los dos primeros conceptos y un aumento del 5,7 por ciento en el de disoluciones. Otro elemento de contraste sería la creación de empleo, pero enero y febrero han sido meses de destrucción continuada de puestos de trabajo. La prueba del 9.