
Se llama Richard Florida y en algunos círculos se le empieza a considerar uno de los nuevos gurús del siglo XXI. Tolerancia, tecnología y talento son, para este experto en geografía y crecimiento económico, los tres grandes pilares del progreso. Pero, ¿son más apropiadas sus tesis para la política que para la economía?
Estas señas de identidad le han convertido en el economista de cabecera del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, con el que comparte admiración mutua y del que opina que puede ser "uno de los líderes más influyentes del siglo XXI". Sin embargo, sus teorías no están exentas de polémica y son rechazadas por amplios sectores económicos.
En su recién estrenada obra en España, La clase creativa, publicada por Editorial Paidós, describe la aparición de una nueva clase social, aquella que usa la creatividad como factor fundamental en su trabajo: científicos, periodistas, arquitectos, diseñadores, escritores, músicos, etc. Según Florida, el futuro de todo está en la creatividad, y distingue una clase creativa con un núcleo súper creativo que sería el causante de la innovación y del progreso económico.
Las tesis de Florida se remontan a 1996 y tienen como paradigma el nacimiento de Lycos en la ciudad americana de Pittsburg, que pretendía atraer nuevas empresas y crear futuro en esta zona. Sin embargo, Lycos terminó marchándose a Boston aunque era una ciudad más cara que Pittsburg y pese a que no concedía los beneficios fiscales que le brindaba su anterior ubicación. Pero tras investigar el asunto, Florida descubrió que Lycos no se iba por los costes sino porque allí había un grupo de personas que la empresa necesitaba.
El discurso de Florida mantiene que la clase creativa ha producido, y seguirá produciendo, cambios profundos y significativos en la manera en que trabajamos, en los valores y deseos, y en todos los aspectos de la vida cotidiana. La base definitoria de esta nueva clase es económica: la creatividad es el nuevo motor del crecimiento económico, por lo que la clase creativa se ha convertido, en términos de influencia, en dominadora del ámbito socio-económico.
En esta obra se identifican los factores responsables de que algunas ciudades y regiones crezcan y prosperen y de que otras se queden atrás. "La tecnología, las empresas e incluso los fondos de inversión suele emigran a lugares con una mayor proporción de personas creativas y con talento", explica el autor. En lugar de ser las personas las que se desplazan hacia el empleo, Florida cree que son las empresas las que se desplegan en los lugares que cuentan con personas capaces.
Un economista polémico
Pero sus teorías no están exentas de polémica. Florida, demócrata confeso, opina que la clase creativa es bohemia y ataca a los conservadores americanos porque considera que impiden que la clase creativa se sienta a gusto, lo que ralentiza el crecimiento económico.
Este punto de vista ha recibido críticas por parte de numerosos investigadores que cuestionan sus ideas y su metodología. Así, Terry Nichols, investigador de la Universidad de Chicago, ha utilizado los mismos datos que Florida para rebatir la correlación que hace éste entre la presencia de un significativo número de homosexuales en una ciudad y el número de industrias del conocimiento de tecnología punta.
Florida se defiende. "No estoy insinuando que los gays sean más creativos que los heterosexuales, no. La presencia de una floreciente comunidad de homosexuales no son más que indicadores o señales de que estamos en un lugar tolerante. Y la tolerancia es para mí uno de los grandes factores de desarrollo económico", apunta el economista.
Otros críticos, sin embargo, han indicado que las condiciones que describe ya no existen, y que sus teorías podrían ser más apropiadas para la política que para la economía.