
Faltan poco más de tres semanas para que termine el mandato de Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal estadounidense, y el economista vive momentos de incertidumbre. Sus medidas anticrisis han sido eficaces, pero la opinión pública le echa en cara su falta de previsión ante la explosión de la burbuja inmobiliaria.
El proceso de reelección es complejo. Según informa este domingo el diario El País, el Senado en pleno deberá votar en apenas unas semanas, siempre que no triunfen las voces que piden la suspensión del proceso. En este momento, se estima en un 25% la proporción de senadores que no apoyarían a Bernanke, pertenecientes en su mayor parte al Partido Republicano.
En el 'debe' del georgiano cabe resaltar su falta de previsión con respecto a la actual situación de crisis. En 2005 declaró que la burbuja inmobiliaria era una "posibilidad bastante improbable" y en 2007 se pronunció respecto a las hipotecas subprime, declarando que "no se espera que afecten significativamente al resto de la economía".
Medidas arriesgadas y eficaces
No obstante, cuando la situación de crisis se hizo patente, Bernanke actuó con rapidez y contundencia desde la presidencia de la Reserva Federal. Medidas como la bajada de los tipos bancarios al 0%, o la inyección de liquidez a la economía mediante la compra de activos financieros sirvieron para evitar el pánico de los bancos y suavizar, en la medida de lo posible, la caída de las empresas.
En especial, tras el colapso de Lehmann Brothers, Bernanke asumió sus errores anteriores, reconoció sus fallos y cambió radicalmente su línea de trabajo. Por esta rapidez de reflejos, también se ganó importantes apoyos, como el del senador republicano Ben Corker, que declaró recientemente que "la experiencia que Bernanke ha tenido durante el último año y medio le hace la persona mejor preparada para liderar la Fed durante los próximos años".
En caso de ser reelegido, Bernanke deberá continuar con sus medidas antidepresión, al mismo tiempo que intente liderar el esperado crecimiento de la economía estadounidense, reactivando la actividad bancaria y logrando una firme estabilidad empresarial. Pero antes que todo eso, deberá pasar el duro filtro del Senado, que se antoja una batalla aún más complicada que la de la crisis.