Economía

¿Son los economistas unos tacaños o sólo buscan "la eficiencia económica"?

¿Cree que el carácter, la formación o la fascinanción por el dinero de los economistas los lleva a ser tacaños en su vida diaria? Según recogen algunos estudios y libros es así, la profesión de economista lleva aparejada en muchos casos un instinto de ahorro que les ha llevado a muchos de ellos a ser recordados por su tacañería y buscar el ahorro de una manera extrema.

Según recoge The Wall Street Journal, el pasado fin de semana, como cada año, fue el congreso anual de los economistas académicos estadounidenses. Y como cada año se celebró en esta fecha porque la caída de los viajes de negocios tras las fiestas hace que las tarifas hoteleras sean las más bajas del año.

¿Fama o realidad?

Algunos de los economistas más famosos del mundo eran célebremente tacaños. Tras una cena ofrecida por el economista británico John Maynard Keynes, la escritora Virginia Wolf se quejó de que los invitados debían comer lo que quedaba de "los huesos del gallo de Maynard de los que había para tres a once personas". Otro conocido caso es el del fallecido ganador del premio Nobel, Milton Friedman, que solía devolver las llamadas de los periodistas a cobro revertido.

Los hijos de economistas recuerdan también lo tacaños que eran sus padres. Lauren Weber, autora de un libro 'Confiamos en lo barato', afirma que su padre, un economista, ponía el termostato tan bajo que en un momento dado su madre amenazó con llevarse la familia a un hotel. "Mi padre cedió porque hubiera sido más caro", señala.

"¿Por dónde empiezo?", señala Marisa Kasriel cuando le preguntaron sobre hasta qué punto puede llegar su padre, el economista de Northern Trust Co, Paul Kasriel, para ahorrar un dólar: alimentos de marca blanca, zapatillas de deporte de marca poco conocida y su Subaru de 1995, con un trozo de cinta aislante cubriendo la luz indicadora del motor en el tablero del salpicadero. Kasriel afirma que se compra zapatillas deportivas de marcas poco conocidas para que sus "adorables hijos pudieran tener Nikes".

David Colander, economista de la Universidad Middlebury en el estado de Vermont, afirma que su esposa se ofendió cuando él compró el diamante más barato que encontró para regalarle.

El economista Robert Gordon, de la Universidad Northwestern, afirma que conduce de más para ir a un supermercado donde hay mejores precios que en el de al lado de casa, aunque le lleva media hora más para ahorrar unos cinco euros. Sin embargo, Gordon vive en un una lujosa mansión de 1889 de 1.000 metros cuadrados en las afueras de Chicago.

Fascinación por el dinero

Quizás sea cierto que algunos economistas sean tacaños debido a su formación o su fascinación con el dinero. Según un estudio reciente, los economistas de la Universidad de Washington Yoram Bauman y Elaina Rose descubrieron que era menos probable que los graduados de economía donaran dinero para caridad que los estudiantes de otras especialidades.

Desde hace mucho los economistas estudian a los que tienen a sacar 'tajada', la clase de personas que cogen más de lo que le corresponde cuando las circunstancias lo permiten. Piense en la persona que pide el plato más caro del menú en un restaurante, porque sabe que todos los comensales dividirán la cuenta a partes iguales.

Los sociólogos de la Universidad de Wisconsin Gerald Marwell y Ruth Ames, en un ensayo de 1981, descubrieron que en sus experimentos, los estudiantes de economía mostraron una propensión mucho más alta que el resto a sacar 'tajada'.

Otros defienden que los economistas no son tacaños. "No son avaros", pero les preocupa la "pérdida de eficiencia económica", afirma Betsey Stevenson, una economista de la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsilvania.

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