
Las entidades financieras estadounidenses se van recuperando poco a poco de los estragos de la crisis. Pero lo que está lejos de volver es la credibilidad y el beneplácito de los norteamericanos. Así, los banqueros son los más odiados por los ciudadanos, incluso más que los políticos, los legisladores y los compañeros de otros sectores objeto de la polémica desde que estalló la crisis, como el de seguros.
Dos tercios de los estadounidenses afirman que tienen una visión desfavorable de los ejecutivos de la banca, según un reciente sondeo realizado por Bloomberg entre más de 1.000 ciudadanos.
Más de la mitad aseguran que las grandes entidades financieras sólo persiguen enriquecerse a costa del consumidor y que no deberían haber recibido ayuda del gobierno.
Además, el 75% deja claro su rechazo a que los empleados de las firmas rescatadas reciban jugosas primas a fin de año, como está previsto. "El hecho de que sigan existiendo debería ser un bonus suficiente", asegura Cassie Swihast, una de las partícipes en la encuesta.
Contra los 'bonus'
De ellos, el 51% afirma estar en contra de las primas incluso aunque se trate de firmas que ya han devuelto los fondos que recibieron con el plan de rescate, el conocido TARP. "¿Por qué habría que premiar a alguien que fue el responsable de que llegáramos a esta situación?", señala Elijah Brown, otro de los sondeados.
Brown forma parte de ese 64% de los estadounidenses que asegura que rescatar a los bancos fue una mala idea. "Así es el sistema capitalista. Nadie me va a salvar a mí si me quedo en la bancarrota, y a mí ni se me ocurriría pedirlo", sentencia Karen Thomas, que también participó en la consulta.
Más regulación
Y para evitar que esta situación vuelva a repetirse, más de la mitad opina que los bancos deberían estar sometidos a partir de ahora a supervisión y a una regulación más estricta.
Sin embargo, sólo el 31% cree que se debería dejar quebrar grandes bancos en problemas y un porcentaje aún más pequeño, apenas un 10%, está a favor de fragmentar entidades.