Economía

El ataque de los clones: China quiere replicar su modelo de producción industrial en África

El Banco Mundial y Pekín están en conversaciones para evaluar la posibilidad de crear fábricas de mano de obra barata en las nuevas zonas industriales que se están erigiendo en algunas regiones de África. Según Robert Zoellick, presidente de la entidad, China tiene un "gran interés" en evaluar propuestas para establecer fábricas que ayuden a los países africanos a conseguir patrones de crecimiento económico similares a los de Asia.

"No hay sólo buena voluntad, sino que China de verdad está interesada en este proyecto. Incluso he discutido con el ministro de Comercio, Chen Deming, la posibilidad de trasladar algunas de las industrias de menor valor, como la juguetera o la de zapatillas deportivas, al África subsahariana", ha asegurado Zoellick en declaraciones a Financial Times.

Autoridades y académicos del país asiático han estado debatiendo en los últimos meses propuestas para utilizar las vastas reservas de divisas extranjeras del país para tratar de estimular la demanda en otros países en vías de desarrollo, proyecto que ha recibido incluso el nombre de "Plan Marshall chino".

¿El motivo? Tratar de estimular la demanda de productos chinos en otras naciones, ahora que la crisis ha tocado el consumo de países como Estados Unidos.

Una mano a los más pobres

El mes pasado, el primer ministro chino, Wen Jiabao, se comprometió a destinar durante los próximos tres años 10.000 millones de dólares en créditos de bajo coste a varios de los países más pobres, a los que además les condonó la deuda.

Eso sí, muchos de estos préstamos se concedieron a naciones bajo gobiernos no democráticos, lo que le ha valido a China críticas de la comunidad internacional por financiar regímenes impopulares.

Muchas dudas

Sin embargo, la figura de China como salvador de África hace desconfiar a muchos. Algunos líderes africanos temen que la entrada de la competencia asiática en áreas como la textil y el calzado debilite el ya de por sí frágil tejido industrial del Continente Olvidado. Las autoridades chinas, por su parte, temen que su entrada en África pueda ser vista como una nueva forma de colonialismo.

Además, los países africanos deberían acometer grandes mejoras de su infraestructuras, sobre todo en energía y transportes, para atraer y terminar de convencer a los inversores asiáticos.

Incluso podría haber resistencia desde las mismas filas chinas si el plan de trasladar la producción industrial del país a África va más allá de lo simbólico. Al fin y al cabo, se trata de un país que se niega a aceptar las presiones internacionales para apreciar el yuan, en parte por miedo a que esto suponga un aumento del desempleo en las industrias exportadoras.

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