Economía

¿Para qué sirve el crecimiento del PIB?

"La crisis ha demostrado que el crecimiento medido en Estados Unidos era erróneo. Los beneficios no eran correctos, y tampoco lo eran las inversiones. Todo era falso". ¿Quién manipuló las cifras? ¿Los Gobiernos, los banqueros, los economistas? Nadie. Como lo explica el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz en una entrevista concedida a la revista Challenges, "no es fácil cuantificar la complejidad de nuestra realidad, pero se pueden hallar instrumentos de medición mucho mejores que los del PIB".

Ya tenemos al culpable: el famoso Producto Interior Bruto (PIB), principio y fin de nuestra medición del crecimiento económico, ha fracasado. O, por lo menos, ha cegado a sus discípulos, convencidos de que el incremento del PIB rimaba con riqueza y bienestar. Sin embargo, se ha multiplicado por dos el PIB en los 25 últimos años, y las desigualdades alcanzan un nivel nunca registrado en la historia, ya que una quinta parte de la humanidad se reparte el 2% de los ingresos mundiales, mientras que la diferencia en la esperanza de vida ha superado los 40 años entre un punto y otro del Planeta.

La multiplicación por dos del PIB se ha acompañado asimismo de una degradación del 60% de los ecosistemas. Finalmente, este indicador, que añade a los valores producidos en la esfera mercantil los costes de producción de los servicios no mercantiles, no ha proporcionado la menor alarma sobre los riesgos ligados a la desmedida de los servicios financieros. Entonces, ¿llegó el momento de dejarlo de lado? Si es así, ¿con qué sustituirlo? Por lo menos, es necesario "desintoxicarse", alega Stiglitz, que realizó un informe para Nicolas Sarkozy titulado Medición de la eficiencia económica y el progreso social, en el que también colabora el Nobel Amartya Sen.

A decir verdad, cuando el presidente de la República encargó este estudio a una comisión presidida por Stiglitz no pensaba tanto en poner en tela de juicio el PIB como en la creciente separación entre la estadística y la opinión pública. Mientras que el PIB per cápita no deja de aumentar, los ciudadanos se quejan de un poder adquisitivo en constante disminución. Desde entonces, la recesión ha golpeado sin que casi ningún economista lo haya previsto, y los dirigentes mundiales otean con angustia la fugitiva línea del horizonte del PIB.

La paradoja de la abundancia

No se ha encontrado con qué sustituir al PIB, pero hay acuerdo en sus carencias y en la necesidad de mejorarlo, reconocen los miembros de la comisión. Por lo tanto, el informe pretende hacer oficiales los fallos de este conglomerado, incapaz de medir la calidad de vida, ya que no tiene en cuenta el ocio, pero sí el carburante consumido en los atascos o la limpieza de las playas tras una marea negra.

Un indicador de crecimiento sí, pero ¿para quién, hasta dónde y a qué precio? Más allá de ciertos ingresos, deja de aumentar la percepción del bienestar; es lo que se llama la paradoja de la abundancia. El happy planet index, puesto a punto por la New Economic Foundation, revela que con más de 15.000 dólares (unos 10.500 euros) de PIB por habitante ya no existe correlación alguna entre la satisfacción de los ciudadanos y el incremento de los ingresos. No importan las demostraciones, todo el mundo entiende que si los chinos tuvieran la capacidad para comprar coches que tienen los americanos, la totalidad de la producción actual de petróleo sería insuficiente. Por lo tanto, la felicidad no podrá medirse con la vara de medir del PIB americano, en la ausencia de un Planeta de repuesto. Es preciso inventar un nuevo crecimiento.

La crítica se vuelve burguesa

"Está teniendo lugar una toma de conciencia debida a la urgencia ecológica y el aumento de las desigualdades. Raros son hoy los economistas que no piensan que debemos ir más allá del PIB. Dentro de la comisión, el debate ha tratado principalmente de la radicalidad de las propuestas a presentar", explica Jean Gadrey, profesor titular de economía en Lille y miembro de la comisión.

Anteriormente reservada a economistas iconoclastas, a los movimientos ecologistas y a la nebulosa alternativa globalista, la crítica de la "dictadura del PIB" se vuelve burguesa? Desde hace tres años, la OCDE, el Banco Mundial y la Comisión Europea han reiniciado la búsqueda de nuevos índices para medir el progreso de las sociedades de otra manera y no por medio del PIB. La Comisión Europea, que trabaja desde hace quince años en el cálculo de un PIB verde, promete disponer de un índice de presión medioambiental el año próximo.

Presidente del Consejo de análisis económico, Christian de Boissieu confirma: "Soy un economista clásico, lejos de los anti-globalistas, pero está claro que el PIB no tiene en cuenta causas externas, el agotamiento de los recursos naturales... Ya es hora de tratar mejor problemáticas hasta ahora separadas, sociales, medioambientales y económicas. Las instituciones internacionales llevan 30 años buscando indicadores multidimensionales y pluridisciplinarios. Se esperan saltos cualitativos". Xavier Timbaud subraya que los economistas deben salir de su sistema de contabilidad nacional para responder a las preguntas que plantea la sociedad civil y aportar datos sólidos para ilustrar el debate.

Pero, ¿cómo seleccionar la información y establecer un sistema normalizado? Aquí, reaparecen las disputas. Desde el índice de desarrollo humano hasta el índice de salud social, pasando por intentos de PIB verde, en el que los daños medioambientales se restarían del PIB, existen numerosos trabajos.

Cuestiones muy políticas

Ningún sistema de medición provoca unanimidad. Todos defienden su postura. "De acuerdo sobre el hecho de encontrar nuevas normas, pero no creo en la magia de un indicador único. Por ejemplo, la pobreza, ¿cómo medirla? Nunca se ha zanjado este debate, por el nivel político de la cuestión", subraya el economista Jean Pisani-Ferry. Jean-Paul Betbèze, director de estudios del Crédit Agricole, comparte escepticismo: "Este debate es tan antiguo como la economía política".

¿Abandonar el PIB? Imposible. Para los economistas, es el equivalente del sistema métrico. "En realidad, se podría elaborar un PIB corregido, ponderando de manera monetaria causas externas negativas, pero existe un enorme problema de aceptabilidad, explica el especialista del clima Jean-Marc Janovici. Porque sería como aceptar todo el horror de pasar de un mundo infinito, el del eterno crecimiento del PIB, a un mundo finito, el de los recursos naturales limitados. Y no creo posible convertir a los miles de expertos de la contabilidad nacional, que han construido lentamente un sistema estadístico normalizado y serio, y que son los guardianes del templo".

Por lo menos, ¿se podría completar el PIB mediante un índice social y un índice medioambiental que formaran parte de la agenda continuamente consultada por los poderosos? Se puede soñar un poco... En lugar de "hablamos de un descenso del 1,4% del PIB mundial y de un regreso del crecimiento en 2010", el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, diría: "El crecimiento es nulo, pero mejoran los índices de bienestar y la emisión de CO2 están orientadas a la baja". Al fin y al cabo serían dos buenas noticias dentro de los tres pilares del desarrollo sostenible.

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