
La última propuesta del presidente francés, Nicolás Sarkozy, puede dar mucho que hablar. En un momento en el que se empiezan a hacer cábalas sobre los efectos que tendrá la retirada de estímulos de las diferentes economías, el líder galo prepara un plan de préstamos destinado a los sectores industrial y de infraestructuras por unos 35.000 millones de euros, según un antiguo primer ministro.
"Si decidimos que necesitamos al menos 30.000 o incluso 35.000 millones de euros para que este plan valga la pena, van a hacer falta al menos otros dos años para implementarlo", afirma Michel Rocard, que está preparando un informe sobre la medida.
Según el ex primer ministro, una cifra inferior no es interesante. "Los mercados no serían sensibles a un paquete de, por ejemplo, 20.000 millones durante un año", ya que esa cantidad es demasiado pequeña comparada con el déficit público actual de Francia.
Es la primera vez que alguien da pistas concretas sobre la posible duración de este plan de estímulo. Y a petición de Sarkozy, Rocard, con ayuda de otro antiguo primer ministro, Alain Juppe, presentarán en próximas semanas un informe con recomendaciones sobre la forma del fondo de ayuda y sus posibles usos.
El golpe final
Este nuevo plan será el golpe final dentro de las medidas anti recesión que lleva implementando el Gobierno galo desde 2008, como el paquete de ayudas al sector automovilístico, y se añadirá al déficit que Francia ha proyectado para 2010.
La falta de detalles sobre cantidad y duración del plan ha abierto la veda de las especulaciones entre los economistas. El mes pasado, Jean Christoph Caffet, economista de natixis, estimó que el paquete podía ser de entre 20.000 y 50.000 millones. Y Juppe, encargado ahora de detallar los pormenores del Gran préstamo, afirmó entonces que el techo rondaba los 100.000 millones.
¿Peligra el rating?
Pese a todo, Rocard ha afirmado que hay que ser prudente con la cantidad que finalmente se establezca, ya que si el Gobierno no consigue controlar su endeudamiento pondrá en grave riesgo la calificación de AAA que tiene Francia actualmente.
"Si el plan fuera por una cantidad mayor, supondría un serio deterioro en la credibilidad crediticia francesa. La gente que considera que la cantidad más plausible es insuficiente no comprende la gravedad de esa situación", apunta Rocard.
La deuda pública de Francia ascendió a 1,43 billones de euros a cierre de junio, lo que equivale al 73,9% del PIB del país, según cálculos oficiales. Se espera que para finales de 2009 represente el 77%, y que ascienda al 84% en 2010, y eso sin añadir el cálculo de las nuevas medidas del Gobierno.
Peligros futuros
Jacques Depla, economista que participa en el Comité que lideran Rocard y Juppe, ha advertido de los peligros de seguir inflando el endeudamiento público sin un compromiso firme de reducirlo en el futuro. Así, asegura que sería interesante que Francia siguiera los pasos de países como Alemania, que se ha comprometido a reducir su déficit estructural por debajo del 1% del PIB en 2016 o 2018 como muy tarde.
"Francia es como un borracho no anónimo que ha bebido demasiado en las últimas tres décadas. Con el Gran préstamo, aún tendremos una resaca más grande, lo que tarde o temprano nos obligará a iniciar una cura real de desintoxicación", sentencia Depla.