
Barroso lo mantendrá para pagar el apoyo de Zapatero y calmar a los eurodiputados socialistas. Podría extender sus tentáculos sobre la reforma financiera u optar a la cartera de Competencia
Los engranajes para relevar a los actuales comisarios europeos y repartir otros puestos de nuevo cuño en las instituciones de la UE avanzan con la parsimonia y opacidad típicas de los eurócratas. Según auguran numerosas fuentes comunitarias, el socialista español Joaquín Almunia, actual comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, tiene casi todas las papeletas para sucederse a sí mismo durante cinco años más.
El recién reelegido presidente de la Comisión Europea, el conservador portugués José Manuel Durao Barroso, le mantendrá en una de las carteras más relevantes de Bruselas por la buena sintonía entre ambos. Porque debe un favor a José Luis Rodríguez Zapatero, que le ofreció uno de los primeros y más firmes apoyos a su reelección pese a sus diferencias ideológicas y al respaldo del luso a la guerra de Irak. Y porque los eurodiputados socialdemócratas le harían la vida imposible durante los próximos cinco años de legislatura si los escasos correligionarios suyos en la Comisión no ocupan algún puesto clave.
¿Ascenso a Competencia?
También ha corrido por Bruselas el rumor según el cual Almunia podría ser el comisario de Competencia. Es la cartera con más poder de la Comisión, desde la que se pueden vetar o condicionar fusiones, o imponer mega multas a las empresas que se compinchan en cárteles o que abusan de posiciones dominantes.
Aunque no convenga descartar Competencia, se asegura que Almunia se siente más cómodo en su papel actual. Y aspiraría a reforzarlo con más notoriedad sobre las estrategias para salir de la crisis y más atribuciones sobre la reforma del sistema financiero.
Es un caso similar al de la demócrata cristiana Viviane Reding, que aspira a mantener su cartera como comisaria de Telecomunicaciones, y sumarle las competencias sobre propiedad intelectual. Para premiar la veteranía de ambos, Barroso podría nombrarlos vicepresidentes; cargo que no da más poder, pero sí más prestigio y más sueldo.
Si la situación no da un vuelco, España y el PSOE van camino de acumular quince años al frente de la cartera de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea. Pedro Solbes la ocupó entre 1999 y 2004. Y, cuando Zapatero le nombró vicepresidente del Gobierno, dejó que Almunia agotara los meses que le quedaban en Bruselas. Almunia mantuvo su silla pese al relevo de la Comisión Europea en 2004, y la hubiera perdido en 2006, cuando estaba previsto que el difunto proyecto de Constitución europea entrara en vigor.
Solana pierde de rebote
La euroconstitución habría encumbrado al también socialista español Javier Solana como primer ministro europeo de Asuntos Exteriores y vicepresidente de la Comisión Europea. Su cargo actual es menos simbólico: alto representante de la Política Exterior de la UE.
Y como desde 2004 sólo puede haber un comisario europeo por cada uno de los 27 países de la UE, Almunia habría tenido que hacer las maletas. Pero, las vueltas que da la vida, franceses y holandeses rechazaron la euroconstitución en sendos referéndums en 2005. El ascenso de Solana se congeló; y Almunia se quedó en Bruselas.
La crisis financiera ofreció a Almunia la oportunidad de consolidarse. El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, había dejado hasta la fecha que el liberal irlandés Charlie McCreevy, comisario europeo de Mercado Interior, torpedeara toda iniciativa de reforzar la reglamentación financiera. Pero los partidarios de la desregulación cayeron en desgracia y, para que no lo arrastraran, Barroso dio al socialista Almunia tanto protagonismo como el que le retiró a McCreevy.
Era la hora del intervencionismo, de dar rienda suelta a los déficit y a la deuda pública para intentar resucitar la economía, y de diseñar una nueva arquitectura para fortalecer la regulación y la supervisión financiera. Arquitectura cuyo diseño ya está sobre la mesa. Pero para que adopte su perfil definitivo, aún deben cerrar un acuerdo los Gobiernos de los 27 países de la UE.
Solana hará las maletas salvo que el destino le devuelva in extremis lo que le quitó en 2005. Entre sus posibles sucesores al frente de la política exterior de la Unión Europea figuran hace meses el francés Michel Barnier, el sueco Carl Bildt, el finlandés Olli Rehn, los alemanes Frank-Walter Steinmeier y Joschka Fischer, el británico Chris Patten, y el ex secretario general de la OTAN, el holandés Jaap de Hoop Scheffer. La quiniela es tan insolentemente masculina, que se acaba de sumar a las austriacas Plassnik y Ferrero-Waldner, y la griega Bakoyannis.