Esto significa que la inversión agrícola en los países en vías de desarrollo debe aumentar un 50%
MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
Si no se invierten cada año 83.000 millones de dólares (56.250 millones de euros) en la agricultura de los países en vías de desarrollo, es decir, si las inversiones no aumentan un 50% respecto a las cifras actuales, en 2050 no habrá alimentos suficientes para los 9.100 millones de personas que se estima habrá entonces en el mundo, según advierte la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en un documento de trabajo publicado este jueves.
Esa cantidad incluye unos 20.000 millones de dólares (13.550 millones de euros) para la producción agrícola y 13.000 millones de dólares (8.807 millones de euros) para la ganadera, según el documento de esta organización de la ONU. La mecanización supondrá la mayor área de inversión individual, seguida por la expansión y mejora de los regadíos. Aparte, se requerirán otros 50.000 millones de dólares (33.876 millones de euros) para los servicios asociados, que permitirán incrementar la producción alimentaria mundial en un 70%.
Además de potenciar la producción agrícola y ganadera, será necesario invertir en los servicios de apoyo intermedios, como cadenas de frío, instalaciones de almacenamiento, mercados y la etapa inicial del procesado, según se explica en el estudio, preparado para el Foro de Expertos de Alto Nivel, que congregará en Roma entre el lunes y el martes de la próxima semana a 300 especialistas de nivel internacional que analizarán cómo alimentar a la población mundial en 2050.
La FAO afirma que la mayor parte de las inversiones, tanto en agricultura básica como en servicios asociados, procederá de inversores privados, lo que incluye a los campesinos que compran utensilios y maquinaria agrícola y a las empresas que invierten en instalaciones de procesamiento. Pero también se precisarán fondos públicos para lograr un mejor funcionamiento del sistema agrícola y la seguridad alimentaria, según el documento.
Entre las áreas prioritarias para las inversiones públicas figuran la investigación y el desarrollo agrícola y las infraestructuras a gran escala, como carreteras, puertos y energía, junto a las instituciones agrarias y los servicios de extensión. También habrá que poner dinero para mejorar la educación, en particular para las mujeres, el saneamiento, el suministro de agua potable y la asistencia sanitaria.
Sin embargo, en el año 2000 la cifra total del gasto público mundial en investigación y desarrollo agrícola fue de tan sólo 23.000 millones de dólares (15.583 millones de euros) y fue muy desigual, indicó la Organización para la Alimentación y la Agricultura. Entre 1980 y 2005 la Ayuda Oficial al Desarrollo a la agricultura descendió cerca de un 58% en términos reales, cayendo desde el 17% del total de las ayudas al 3,8%. En la actualidad ese porcentaje se sitúa en torno al 5%.
DIFERENCIAS POR ZONAS
Dado que no todos los países tienen las mismas necesidades, de las nuevas inversiones netas proyectadas en agricultura, los dos que cuentan con más habitantes, India y China, deberían concentrar hasta 29.000 millones de dólares. Por regiones, Asia oriental es la que requerirá de una inversión mayor, de 24.000 millones; seguida de Asia meridional y Latinoamérica y el Caribe, con 20.000 millones cada una; el Africa subsahariana, con 11.000 millones; y Oriente Próximo y el norte de Africa, con 10.000 millones.
La FAO señaló que las proyecciones indican grandes diferencias regionales en el impacto de las nuevas inversiones cuando se refleja en términos per cápita. Debido a las diferencias en los índices de crecimiento demográfico, Latinoamérica, por ejemplo, perderá la mitad de su mano de obra agrícola, mientras que el Africa subsahariana la duplicará.
Esto significa, explicó la organización, que para el año 2050 un trabajador agrícola latinoamericano dispondrá de un capital social --o activos físicos como equipamientos, tierra y ganado-- 28 veces mayor que un campesino del Africa subsahariana.
Por último, el estudio destaca el importante papel que podrían desempeñar las inversiones extranjeras directas en la agricultura en los países en vías de desarrollo en la reducción de la brecha en las inversiones.
Pero también advierte de las consecuencias económicas y políticas negativas que pueden tener las inversiones en el denominado acaparamiento de tierras' en países pobres y con inseguridad alimentaria. Por ello, aconseja que estas operaciones se diseñen de modo que se maximicen los beneficios para la población local, aumentando de forma efectiva su seguridad alimentaria y reduciendo la pobreza.