
Los judíos no tuvieron un estado propio hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Tras una persecución sistemática por parte de la Alemania nazi, especialmente entre 1941 y 1945, y el exterminio de más de seis millones de judíos, estos lograron que en 1948 se estableciera el estado de Israel en Palestina, que después los diferentes gobiernos han ido ampliando a demanda en detrimento del pueblo palestino.
Israel es el único estado hebreo del mundo, pero no es el único territorio sionista. Antes, una región ubicada en el sureste de Rusia, en plena Siberia, sirvió de experimento a la Unión Soviética para el establecimiento oficial de una comunidad judía, que se mantiene en la actualidad, aunque bajo mínimos.
Los judíos eran un importante grupo étnico del Imperio ruso, que habitaba sobre todo en la zona europea, en la llamada Zona de Asentamiento. Muchos de ellos comenzaron a desplazarse hacia Oriente llamados por las posibilidades de radicarse en nuevos territorios y los beneficios gubernamentales. Así, a finales del siglo XIX había un total de 394 judíos asentados en la región de Amur, limítrofe con la que después se convertiría en una zona autónoma judía en territorio ruso-soviético.

El triunfo de la Revolución de Octubre en 1917 propició que más judíos se trasladaran a otras tierras del Lejano Oriente, y estos fueron mayoritariamente al sureste de Rusia a ocupar tierras vírgenes. Eran sobre todo judíos ashekanazis, los que se instalaron desde la baja Edad Media en Europa central y oriental, que se había convertido en una gran comunidad judía con una cultura propia y una lengua singular, el yidis, que fusiona elementos hebraicos, germanos y eslavos.
Lenin planteó en 1919 la creación de una región autónoma judía en su política nacional, mediante la cual cada grupo nacional de los que componían la Unión Soviética recibiría un territorio sobre el que tendría autonomía cultural en un marco socialista. También se buscaba así dar una solución a los problemas que el judaísmo planteaba a la URSS, ya que iba en contra del ateísmo marxista y del nacionalismo. La idea era crear una 'Sion soviética' donde pudiera desarrollarse una cultura judía proletaria.
Rumbo a Birobidzhán
La URSS se comprometió a buscar tierras libres para el reasentamiento de los judíos. Primero pensó en Crimea y en Pryazovia, en el litoral del Mar de Azov, y hasta ambas zonas desplazó a grupos de judíos, pero fueron rechazados por la población local, que no dudó en atacarlos de manera continuada.

Esta discriminación sufrida por la comunidad judía ocasionó que en la primavera de 1927 se eligiese como alternativa reasentar a los judíos en el Lejano Oriente, y se determinó que el lugar elegido sería la futura región sería Birobidzhán, donde se crearía un distrito autónomo judío fronterizo con China con la categoría de óblast, que suele traducirse por región o provincia.
La URSS tenía también el objetivo de incrementar el número de asentamientos en el Lejano Oriente soviético, especialmente a lo largo de la vulnerable frontera con China. Así, el nuevo Óblast Autónomo Judío fue fundado en 1928 como 'Distrito Nacional Judío', estableciéndose el yidis como el idioma oficial en lugar del hebreo.
La propaganda estaba dando sus frutos y miles de judíos comenzaron a emigrar a Birobidzhán incluso desde fuera de la Unión Soviética. A los judíos rusos se unieron otros de Polonia, Rumanía, Lituania, Alemania e incluso América del Norte y del Sur .
Menos del 1% de la población es judía
En los años 30 del siglo pasado, el Distrito Nacional Judío fue promovido al estatus de Región autónoma. Según un censo de 1939, la población de origen judío instalada en la región ascendía a 17.695 personas, lo que suponía para ese entonces un 16% del total. A medida que la población judía crecía también aumentó el impacto de la cultura yidis en la región y se creó un diario en esa lengua.

Tras la Segunda Guerra Mundial, se promulgó la idea de alojar en Birobidzhán a refugiados judíos, y la población hebrea de la región creció hasta alcanzar casi la tercera parte del total. Pero, tras crearse el estado de Israel en 1948, la idea del óblast fue perdiendo fuerza hasta diluirse. El censo de 1959 revelaba que la población judía comprendía ya a menos judíos, no más de 14.269 personas.
La puntilla le llegó a la región con la disolución de la URSS . Entonces, la mayor parte de la población judía que quedaba en el óblast partió hacia Alemania e Israel. En 1991, el Óblast Autónomo Judío fue transferido desde la jurisdicción del krai de Jabárovsk a la jurisdicción federal, pero para entonces la mayoría de los judíos se habían marchado y representaban menos del 2% de la población.
Según el censo de 2002, en la región vivían 171.697 personas, con un 89,9% de rusos étnicos, seguido por ucranianos, con 8.403 personas (4,4%). Los judíos eran solo judíos 2.327 personas. Ocho años después, en 2010, de los 176.558 residentes del territorio, solo 1.628 eran judíos, menos del 1%. Actualmente, los rusos étnicos han aumentado al 90% y los ucranianos siguen siendo la segunda comunidad más numerosa. A pesar de ello, el idioma yidis se sigue enseñando en las escuelas y se mantienen un periódico y una emisora de radio en ese idioma.

Por qué salió mal el experimento
Muchos de los judíos soviéticos que recalaron en Birobidzhán fueron llevados incluso por la fuerza desde Bielorrusia y Ucrania. En el territorio se asentaron miles de judíos, pero pronto comenzaron a comprobar que no era oro todo lo que relucía en la región. Los soviéticos no profundizaron en su experimento y cuando los colonos judíos comenzaron a llegar en masa a Birobidzhán, tuvieron que competir con alrededor de 27.000 personas que ya vivían allí, incluidos cosacos acérrimos, coreanos étnicos y ucranianos expulsados.
Pronto se hizo evidente que establecerse allí era una idea poco práctica. Además, la falta de infraestructuras y las condiciones climáticas adversas hacían la vida muy tediosa y muchos de los colonos judíos que llegaron hasta allí para asentarse decidieron marcharse pronto.
Con la caída de la Unión Soviética, los problemas comenzaron a cebarse con Birobidzhán. Los productos baratos procedentes del otro lado de la frontera con China inundaron el mercado y dañaron seriamente la economía local. Con las fronteras abiertas, muchos judíos vieron una salida a la miseria en Israel. Hasta 20.000 de ellos se marcharon y Birobidzhán aún sufre las consecuencias. Ha habido intentos posteriores por parte de las autoridades por volver a atraer a los judíos, pero no han tenido éxito.

El reclamo del oro
En esta zona de Rusia y en general en la inmensa región de Lejano Oriente las condiciones climatológicas son extremas, pero las posibilidades son numerosas. Sólo Sudáfrica tiene más oro que Rusia. De hecho, Rusia es el quinto mayor productor de otro del mundo, con un 8% del total, por lo que Moscú explota la amplísima zona a destajo. Por otra parte, la relación entre los judíos y el oro es de toda la vida.
El alcohol está prohibido en esta zona de Rusia, como ocurre en casi todo el Lejano Oriente y en las regiones limítrofes de China. El consumo de vodka era desmesurado y sus efectos terribles, ya que muchos mineros, especialmente, comenzaban a beber y acababan cayendo inconscientes en las calles y muriendo congelados. En esta región la población come carne de reno, son populares los gimnasios y ver la televisión y jugar al billar. Poco más ocio existe.
Más al norte, en Chukotka, Roman Abramovich, el dueño del Chelsea inglés, llegó a producir una quinta parte del oro de Rusia. En Chukotha hay más oro que en la región judía, además de petróleo y gas, pero aún así en Birobidzhán también abunda.

Además, en el Óblast Autónomo Judío de Rusia, la economía no solo se basa en la extracción de oro, sino en la minería en general, ya que también hay amplías reservas de estaño, hierro y grafito. La madera, la agricultura limitada y manufactura ligera, sobre todo textiles, y el procesamiento de alimentos componen el resto de argumentos económicos de esta remota región en la que el ferrocarril Transiberiano, que atraviesa toda Rusia desde Moscú a Vladivostok (9.288 kilómetros), tiene una de sus paradas destacadas. Eso sí, al Óblast Autónomo Judío de Rusia le queda de judío poco más que el nombre.