bruselas. Año nuevo, mapa nuevo. Rumanía y Bulgaria forman parte de la UE a partir del 1 de enero, lo que eleva el número de socios del club a veintisiete. No es la única ampliación europea producida con el cambio de año. Eslovenia, miembro de la UE desde 2004, se convierte en el primer país del Este que participa en el euro, la moneda única europea. Con Eslovenia ya son trece los Estados europeos que engrosan Eurolandia: el núcleo duro de la construcción europea.
La adhesión de Rumanía y Bulgaria está plagada de sombras. No ya porque sean dos países pobres y desfavorecidos. Precisamente por eso han sido acogidos en el club como lo fue España en 1986: para ayudarles a consolidar sus respectivas democracias, el Estado de Derecho, y la economía de mercado; y para alejarles del fantasma de la inestabilidad y la involución política y económica.
El problema es que han sido admitidos cuando aún no cumplían las condiciones de acceso. Como demuestra que por primera vez en la historia, la UE imponga a Estados recién llegados cláusulas de salvaguardia que los convierten en socios de segunda. Bruselas no se fía de sus sistemas jurídicos: ni de su transparencia, ni de su eficacia, ni de su imparcialidad, ni de su independencia de las redes de mafia y corrupción que reinan en ambos países. Así que los vigilará con lupa. Tampoco confía en la gestión de las ayudas de los fondos comunitarios, el maná que tan generosamente ha contribuido al desarrollo de España; y también seguirá la cuestión de cerca y ha advertido que no le temblará la mano si debe cerrar el grifo para poner coto a posibles irregularidades.
Ni siquiera se fían los hasta el 31 de diciembre veinticinco países de la UE de la seguridad alimentaria. Resultado: la mayor parte de las exportaciones de alimentos de Bulgaria y de Rumanía hacia el resto del mercado comunitario seguirán prohibidas. Esta cuestión incluso ha provocado una crisis diplomática entre Bruselas y Moscú. Rusia amenazó en otoño con cerrar sus fronteras a los alimentos europeos a partir del 1 de enero. El Gobierno ruso aseguraba que intentaba así prevenir que vía otros países de la UE se colaran en su territorio los productos búlgaros y rumanos. Bruselas ha tardado dos tensos meses en convencer a Rusia de que no será así porque estos productos tampoco serán admitidos en el resto del mercado europeo. Cierto es que Moscú aprovechó que el Pisuerga pasaba por Valladolid y amenazó con bloquear las exportaciones de alimentos de la UE más que por temor a Rumanía y Bulgaria, para demostrar su descontento. Cada vez que el club occidental se amplía a un nuevo socio del Este, el país en cuestión sale de la órbita rusa a la que estuvo sometido desde la Guerra Fría como satélite de la extinta Unión Soviética.
La última sombra que empañó la adhesión de estos países a la UE se produjo el 20 de diciembre. Ese día, la Comisión Europea advirtió que las aerolíneas búlgaras no cumplen las normas de seguridad europeas. Las autoridades de la aviación civil de los veinticinco países de la UE las seguirán considerando no comunitarias; las seguirán sometiendo a controles especiales; y no se excluye que en febrero terminen por ser incluidas en la lista negra de compañías aéreas elaborada por Bruselas.
Rumanía y Bulgaria entran en la UE porque sus negociadores arrancaron a los comunitarios el compromiso de ser aceptados en 2007 o en 2008, no por méritos propios. Y dar marcha atrás sería romper la palabra dada y desanimar la senda reformista de ambos países que, si no ha dado todos los frutos necesarios, tampoco discurre por mal camino. Ante este mal precedente, los jefes de Estado y Gobierno de los veinticinco países de la UE decidieron durante la cumbre europea mantenida en Bruselas a mediados de diciembre que no volverían a dar fecha de adhesión a ningún nuevo país candidato hasta que las negociaciones no estuvieran a punto de concluir.
Turquía, Croacia y Macedonia
La decisión de no precipitarse en las negociaciones de adhesión y alargarlas tanto como sea necesario es una mala noticia para los tres candidatos actuales. Especialmente para Turquía. No ya porque Ankara confíe en entrar en la UE antes de 2014. Sino porque puestos a darle hilo a la cometa, abundan los países que como Chipre, Grecia, Austria, Holanda, Dinamarca, Francia y Alemania están dispuestos a cogerse a un clavo ardiendo para frenar las aspiraciones turcas. España (ya sea bajo Gobierno socialista o popular) y Reino Unido encabezan el grupo de países que apoyan la candidatura turca.Croacia y Macedonia completan la terna de países oficialmente reconocidos como candidatos a la UE. El primero podría lograr su adhesión antes de 2010 si no se acumulan los inconvenientes. Albania, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Serbia se deben conformar de momento con el estatuto de candidatos potenciales. Ucrania, Moldavia, etc., ni siquiera tienen esa consideración difusa.
Crece Eurolandia
Eslovenia ha sido en 2006 el único país aceptado entre los tres candidatos a participar desde el 1 de enero de 2007 en el euro. Lituania fue rechazado por su inflación, y Estonia abandonó la carrera antes de ser descalificado. Ninguno de estos países tiene muy claro cuando volverán a intentarlo. Malta y Chipre intentarán aprobar el examen de ingreso en 2007 para entrar en Eurolandia en enero de 2008, y probablemente lo lograrán. Letonia ha renunciado a este mismo calendario. Eslovaquia podría estar preparada para examinarse en 2008 y ser en 2009 el decimoquinto país de la zona euro.Polonia se plantea convocar un referendum en 2010. La República Checa ha abandonado su idea inicial de acceder a Eurolandia ese mismo año y ahora se plantea hacerlo en 2012. Hungría pretendía hacerlo en 2010, pero el desgobierno de sus cuentas públicas convierte la fecha en muy inverosímil. De mayor relevancia sería la llegada de Suecia, Dinamarca o Reino Unido, pero a día de hoy, esa posibilidad es pura política-ficción.