
Desde el aire, Banda Aceh, la ciudad situada al norte de la isla indonesia de Sumatra, presenta una cicatriz todavía fresca. Amplias zonas costeras que en su día albergaron poblaciones enteras, siguen desérticas y arrasadas, inaccesibles ya para el asentamiento humano después del zarpazo de la destructiva ola.
De hecho, hay algo raro en la tierra en esa panorámica desde el cielo: grandes áreas sumergidas para siempre, zonas sin vegetación ni viviendas, sensación de que hubo algo ahí algún día y que, por alguna razón, ya no existe.
Esa razón fue el tsunami que rugió y sembró de desolación y destrucción el sudeste asiático hace, hoy precisamente, dos años. El 26 de diciembre de 2004 un maremoto indescriptible que explotó en medio del mar a poca distancia de Banda Aceh, golpeó sin piedad a 12 países de Asia y África, provocando la muerte de 230.000 personas y dejando 2,4 millones de damnificados. Sólo en Aceh los muertos sumaron 167.000. Esta tragedia sin precedentes dejó tal rastro de destrucción, que en cuestión de días se produjo la mayor respuesta internacional que se recuerda: más de 14.000 millones de dólares llegaron desde todos los rincones del planeta.
Reto: volver a despertar
Ya en tierra firme, Banda Aceh es indiscutible ejemplo de la magnitud del reto de volver a despertar el latido a una zona que tras el tsunami estaba clínicamente muerta. Más de 800 kilómetros de costa fueron arrasados; 141.000 casas, que daban cobijo a 600.000 personas, habían desaparecido del la faz de la tierra; 100.000 pozos de agua dulce quedaron inservibles por la salinización y 1.500 kilómetros cuadrados de tierra quedaron infértiles para siempre; 2.240 escuelas desaparecieron con la ola, al igual que el 70 por ciento de la flota pesquera; y 2.676 puentes quedaron también destruidos. Por las calles de Banda Aceh se palpa en sus gentes un único propósito: la reconstrucción.
El tsunami, paradójicamente, puso fin a 30 años de enfrentamiento bélico entre el Ejército indonesio y los rebeldes separatista de Aceh. Pese a que el conflicto dejó durante esas décadas 15.000 muertes, ambos contendientes acercaron sus posturas para firmar una paz que ha sido clave para sentar unas bases sólidas en el proceso de reconstrucción. En Sri Lanka, otro de los países más afectados, ese proceso está siendo mucho más complicado por culpa del recrudecimiento de las hostilidades entre los tamiles y el Ejército, por lo que los afectados del tsunami no están siendo favorecidos por los programas de ayuda internacionales.
Avances en la recostrucción
Precisamente porque en Banda Aceh todos decidieron remar en la misma dirección, los avances de la reconstrucción son mucho más evidentes. Sólo zonas determinadas de la ciudad y sus alrededores permanecen fuertemente impactadas, pero gran parte de los 5,7 millones de metros cúbicos de residuos que quedaron desplegados por la zona, han sido ya retirados. Donde antes sólo había desolación, ahora empiezan a levantarse viviendas (57.000 construidas en Aceh en estos dos años) o, al menos, se han sentado los cimientos de una próxima reconstrucción.
Así es, por ejemplo, en Meunasah Lambaré, uno de los pueblos más castigados por el tsunami. Una legendaria fotografía aérea de los días posteriores a la tragedia, mostraba cómo la ola destructora había arrasado con todas las viviendas excepto con la mezquita, que se mantenía en pie de milagro. Fue una de las imágenes de la tragedia.
Hoy Meunasah Lambaro es la viva imagen de la reconstrucción, con la mezquita en plena reparación y con múltiples pequeñas viviendas de 36 metros cuadrados erigiéndose para volver a dar vida al poblado. En el centro de la ciudad, una fabuloso buque de varios miles de toneladas de peso, sigue anclado en medio de la urbe, entre casas, después de que la mañana del 26 de diciembre de 2004 fuese arrastrado cuatro kilómetros tierra adentro desde el mar. Hoy, el citado buque conforma la llamada Zona Cero de banda Aceh, un símbolo inequívoco del castigo de la naturaleza.
Sin vivienda permanente
Más de mil kilómetros de carreteras han sido ya recuperados y 520.000 personas que se quedaron sin vivienda han regresado ya a sus nuevas casas. Pero, tal y como denunció la ONG Oxfam International (Intermón-Oxfam en España), 25.000 familias (u 80.000 personas) siguen, dos años después del tsunami, sin tener una vivienda permanente. Muchos de ellos llevan dos años instalados en 250 barracones que se levantaron provisionalmente junto al estadio de la ciudad, viviendo en condiciones muy precarias. Muchos de ellos se manifiestan cíclicamente contra el Gobierno. Y es que un 70 por ciento de los afectados considera, según una encuesta reciente, que los trabajos de reconstrucción, pese a los fabulosos recursos, están yendo demasiado lentos.
Para quienes sí han sido reubicados, comienza ahora una segunda fase igualmente ardua. Se trata de que la economía de Aceh vuelva a funcionar, que sus gentes recuperen sus antiguos trabajos con los que ganarse el sustento a la vez que se ponga de nuevo en marcha el ciclo económico. A ese propósito sirve un alto porcentaje de la ayuda económica, casi 7.000 millones de dólares para Indonesia, que fue recaudada internacionalmente para la reconstrucción y que servirá para que la región recupere su latido y tenga un desarrollo sostenible a largo plazo.