
Los ministros de energía de los distintos estados miembro han acordado recuperar los ingresos de la energía de bajo coste y de compañías de combustibles fósiles para amortiguar el golpe de los precios para los consumidores y empresas. Desde las instituciones europeas creen que esta medida puede recabar 117.000 millones de euros. Sin embargo, según datos analizados por la empresa finlandesa Wärtsilä, no repercutirá de igual manera en todos ellos.
El nuevo sistema permite a los diferentes países del bloque europeo obtener dinero de los generadores de electricidad infra marginales. El precio de la energía se fija en función del último insumo necesario para satisfacer la demanda, por lo que esta medida supone una especie de tope a las centrales eléctricas no alimentadas por gas – que últimamente ha sido lo que ha fijado el precio-. Se gravará en aquellos que superen los 180 euros el megavatio hora.
La clave de esta medida recae en cómo los países producen la electricidad, ya que el sistema energético de cada país de la UE es muy diferente, por tanto, no utilizan las mismas fuentes. Los estados donde su electricidad provenga del carbón, la energía nuclear y las renovables obtendrán una recaudación mayor, algo que no afectará de igual manera a todos los países.
Los ganadores y los perdedores
Uno de los grandes beneficiados será Francia. Según las estimaciones del gobierno galo, la recaudación se situará en 7.000 millones de euros, puesto que cuenta con una gran producción de nuclear. República Checa y Bulgaria son otro ejemplo de vencedores, dado que utilizan principalmente carbón y energía nuclear.
En el lado contrario se sitúan Letonia y Croacia que, debido a su combinación energética, recibirán un máximo per cápita de menos de un quinto y la mitad que Francia, respectivamente. Otros de los países en situación de desventaja son aquellos que no dependen del gas y aquellos que hayan tomado decisiones al respecto, entre ellos España, Portugal, Polonia o Suecia. En estas naciones, los precios ya están cerca o por debajo de los estándares de esta política. En una circunstancia similar se encuentra Alemania, tras anunciar un plan de 200.000 millones de euros para limitar el precio del gas la semana pasada. Una propuesta que bajará los precios al por mayor de la electricidad.
Asimismo, esta solución europea a la crisis energética no tiene en cuenta los contratos fijos a largo plazo en los que las empresas de energía garantizan los precios de la electricidad con mucha anticipación. Esto se traduce en unas tarifas eléctricas que se mantienen por debajo del nivel imponible, a medida que los precios del gas se disparan. En esa coyuntura se encuentra Eslovaquia, cuyas centrales nucleares garantizan la electricidad a un precio más bajo.
Este mandato europeo tampoco tiene en cuenta las importaciones y exportaciones de electricidad entre países. Es el caso de Lituania y Luxemburgo, que importan el 70% de la energía, parte de ella a otros estados europeos que se beneficiarán de la compra por partida doble.
Una medida "irregular"
Glenn Rickson, jefe de análisis de poder europeo en S&P Global, afirma a Politico que "es justo decir que es irregular". "Es efectivo porque genera ingresos que, de otro modo, no se generarían sin afectar necesariamente el apetito de inversión", explicó, pero matizando que "no creo que sea eficiente para compensar el impacto de los altos precios en los consumidores."
La comisaria de Energía, Kadri Simson, ha achacado estas diferencias entre los miembros a que "la combinación energética de cada estado es muy diversa". Además, ha confirmado que aquellos países con una energía de bajo coste " esperan mayores ingresos".
Alberto Pototschnig, economista y profesor del Instituto Universitario Europeo de Italia, manifestó que las medidas están diseñadas de forma que "protejan el funcionamiento del mercado" en vez de a los consumidores con subvenciones inmediatas. Algo que en sí mismo no es malo porque "los altos precios y las posibles bajas reservas de energía de este invierno deberían tender a ayudar también a reducir la demanda", recalcó. "Lo importante es que cualquier ayuda que reciban los consumidores no afecte al incentivo de ahorrar energía" alegó el economista.
Por otro lado, Pototschnig cree que esta medida no aborda al principal obstáculo que es la escasez en el suministro de gas. "Si logramos resolver de algún modo el problema del suministro, entonces habremos resuelto casi automáticamente el atolladero de la electricidad", dijo.