Según los últimos datos del INE publicados el pasado mes de diciembre en referencia a los índices demográficos básicos, la esperanza media de vida actual en España es de 82 años. Si concretamos un poco más y atendiendo únicamente al sexo femenino esta se sitúa en 85 años. Por lo tanto, nosotras vivimos más. Pero, ¿estamos las mujeres preparadas para una jubilación óptima a niveles económicos?
Si echamos la vista atrás, hace tan solo 50 años de la incorporación de la mujer al mundo laboral. Entonces, eran los hombres los encargados de gestionar los productos financieros familiares, ya fuesen hipotecas, préstamos, compra de un coche… Y esta situación no ha variado mucho a día de hoy. El ejemplo más claro son los datos arrojados por el reciente estudio "La brecha de género en competencias financieras", promovido por el Observatorio del Ahorro Familiar, ligado a la Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE. En este sentido tan solo el 29% de las encuestadas respondió correctamente a preguntas relacionadas con productos de ahorro, frente al casi 50% de los encuestados varones. De hecho, en la gran mayoría de los datos aportados, todos en base a preguntas económicas, son ellos los que más conocimientos y más cultura financiera poseen. No obstante, existe un concepto que resalta las competencias de las mujeres, y ese es el de la inflación, donde casi el 70% de las mujeres contestaron de manera adecuada en comparación con el 66% de los hombres.
La brecha de género sigue existiendo y estos resultados son un ejemplo de ellos. Sería lógico pensar que las mujeres tenemos más conocimientos sobre la inflación ya que, debido a los roles de género asignados, hemos sido nosotras las encargadas de la economía diaria, de las compras para la casa o de ir al supermercado. El reparto de tareas financieras dentro de la familia está tan descompensado que, al final, las mujeres apenas tenemos conocimientos relacionados como para saber identificar qué es la diversificación, la rentabilidad o el interés simple y compuesto. Es más, tan solo un 9% de todas las mujeres encuestadas contestaron de manera correcta a todas las preguntas realizadas. Un porcentaje que se multiplica por 5 hasta llegar al 46% de los hombres que también respondieron adecuadamente. Con los datos encima de la mesa, no es de extrañar que a nosotras no resulte mucho más complejo poder contratar servicios financieros de cara a un futuro retiro laboral del que poder disfrutar de nuestros ahorros.
Otro de los aspectos que influyen de manera determinante para ello es la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. No es un secreto que sigue habiendo muchas trabajadoras con una retribución mucho más baja que los hombres, aun desempeñando el mismo cargo. Y todo, teniendo en cuenta que las mujeres representamos el 46% de las personas en activo del mercado laboral en España. En concreto hablamos de una media de salarios de casi el 20% menos, lo que a la larga repercute en las posibilidades de ahorro. Por supuesto, una persona con altos ingresos podrá dedicar más parte a diversificar en distintos productos de ahorro con altas rentabilidades y beneficios futuros que una persona con menos ganancias. Pero ya no solo en referencia a productos de carácter privado, sino también en consecuencia con la pensión de jubilación, pues la cotización aumenta según los salarios son mayores. Una razón más para que las mujeres invirtamos en servicios de ahorro, en concreto los de carácter previsional, a los que, sin embargo, no solemos recurrir precisamente por esos bajos conocimientos financieros que nos provocan una mayor inquietud a la hora de asumir ciertos riesgos. Aunque, a veces, también ocurre que siendo completamente válidas en esos conceptos nos falla la confianza, como ocurre con ese 15% de la de las encuestadas para "La brecha de género en competencias financieras" a las que les falta empoderamiento.
En plena revolución de la transición demográfica y con esos datos tan altos sobre la esperanza de vida, los retos a asumir se basan en dos cuestiones fundamentales: económico y social. Así, la realidad de la brecha de género impacta directamente con estos grandes conceptos a resolver de la manera más rápida y eficaz posible. Es por ello casi una obligación poder contar con productos de ahorro de carácter individual como principal complemento a la Pensión del Sistema Público Español, conocer nuestras posibilidades de ahorro y con ellas las previsiones. Las mujeres necesitamos más cultura financiera y más competencias en ahorro. Esto nos serviría para, por ejemplo, conocer el estado de los mercados y saber diversificar, teniendo en cuenta siempre los tipos de interés u otros datos influyentes como la inflación, de la que sí poseemos conocimientos.
En cuanto a la parte social existen muchas más variables dentro de una coyuntura cambiante de la que aún no hemos establecido bases sólidas. Desde hace tiempo el tejido empresarial ve con buenos ojos aumentar la edad de jubilación, en tanto a que son más años los que podemos disfrutar de buena salud y son más años también para la cotización pública. Gran opción si lo que pretendemos es aumentar nuestras inversiones de ahorro, a más años más cuantía para nuestra jubilación. Finalizar tantos años de desigualdades económicas que nos condenan a un retiro con menor poder adquisitivo y a continuar con la dependencia que, históricamente, las mujeres hemos tenido para con los hombres, debe ser uno de nuestros objetivos.
Por tanto, es responsabilidad de la sociedad que la educación financiera se convierta en una base educacional que debe estar presente desde edades tempranas, precisamente para evitar y mitigar, en la medida de lo posible, la brecha de género a lo largo de la vida. De esta manera sí podríamos garantizar un conocimiento del ámbito financiero suficiente a todas las mujeres con el fin de poder disfrutar de una jubilación óptima, plena y en las mismas condiciones que los hombres.