
Tras la fortaleza exhibida el pasado año, en el que fue la divisa más fuerte entre las principales del mundo, la moneda nipona regresa a la senda bajista en 2009. ¿Un problema? No, todo un alivio para un país tan dependiente de las exportaciones como Japón. El pasado año fue el de los imposibles que se hicieron posibles, y entre ellos se coló una divisa como el yen japonés, que sorprendió a todos por su comportamiento inesperado.
El pasado año fue el de los imposibles que se hicieron posibles. A esta categoría pertenecen los rescates del banco Bear Stearns, la aseguradora AIG y las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac; las históricas rebajas de los tipos de interés; o la quiebra del banco Lehman Brothers. No eran probables, pero acabaron sucediendo.
En esa lista se coló una divisa, el yen japonés, que protagonizó un comportamiento inesperado. Y por dos motivos. Primero, porque se convirtió en la moneda más fuerte entre las más importantes del mundo, ya que se apreció contra todas ellas.
Y segundo, por la magnitud de sus subidas. Los avances oscilaron entre el 14% contra el franco suizo y el 40,4% contra la libra esterlina. Es más, frente al dólar norteamericano se apreció un 18,9%, el mayor avance desde 1987, y frente al euro, un 22,2%, una subida sin precedentes desde el nacimiento de la moneda única en 1999.
Vuelven los fantasmas
Esa fortaleza tuvo continuidad en las primeras semanas de 2009, pero comenzó a evaporarse desde febrero. Y la que durante el pasado ejercicio fue la moneda más fuerte, este año ha pasado a ser la más débil, con descensos que van desde el 2,5 % contra el franco suizo al 14% contra la corona noruega. También ha caído un 10%, hasta los 100 yenes, contra el dólar, y un 4,1%, hasta las 132 unidades, contra el euro.
¿A qué responde este viraje? Varios motivos lo explican. Uno de ellos se deriva de cuestiones técnicas. Y es que el yen, como el franco suizo, es un termómetro de la crisis. Cuando el nerviosismo crece y los inversores demandan seguridad, el yen -y el franco- se aprecia. En cambio, cuando retornan el optimismo y el apetito por el riesgo, el yen cae. Este segundo mecanismo es el que se ha activado en las últimas semanas, en las que el dinero ha vuelto a entrar en los parqués.
Adicionalmente, la recesión también ha contribuido lo suyo. En el último trimestre de 2008, la economía japonesa se contrajo a una tasa trimestral anualizada del 12,1%, el frenazo más intenso desde 1974, y el riesgo de que el país vuelva a caer en las garras de la deflación -caída sostenida de los precios-, como ya ocurrió entre 1998 y 2007, cada vez es mayor.
Medidas del Banco de Japón
El tercer motivo está relacionado con el anterior. Consiste en las expansivas medidas con las que el Banco de Japón se ha propuesto luchar contra la recesión, y entre las que destacan unos tipos de interés que están en el 0,1% y los programas de compras de bonos gubernamentales y empresariales.
Todas ellas persiguen poner más yenes en circulación, de ahí que el valor de la divisa haya menguado. Un impacto al que, por otra parte, no hacen ascos las autoridades, ya que las exportaciones niponas -el principal motor del país- lo agradecerán.
A corto plazo, las previsiones recogidas por Bloomberg sitúan al yen entre las 90 y las 100 unidades por dólar y entre las 125 y las 135 por euro. Vamos, que no contemplan grandes cambios. Menos claro se adivina el largo plazo. Si Japón vuelve a quedarse rezagado, el yen tendrá difícil remontar.